ANTHONY BOURDAIN
“Nos enseñó sobre comida, pero más importante aún, fue
su capacidad para unirnos. Para hacernos
sentir un poco menos temerosos de lo desconocido”. Fueron las palabras del ex presidente Barack Obama,
después del fallecimiento de Anthony
Bourdain. Escritor y uno de los chefs más
famosos de nuestros tiempos. Nos ayudó a
derribar modelos intocables sobre la comida y la vida.
Bourdain trató con amabilidad y sencillez a las personas
que entrevistaba en su programa de televisión.
La comida es parte de nuestro instinto tribal. A través de ella conocemos la diversidad de
las culturas y él se aprovechó para hacernos sentir parte del todo.
En Vietnam, uno de los países que consideraba entre sus
favoritos, ofreció una lección de colonialismo, guerra e intervencionismo. Allí cenó con Obama en un restaurante popular,
en el que hizo carcajear al mandatario.
También visitó Palestina, Colombia, Irán, Cambodia,
Ecuador, Cuba y Sri Lanka, señalando su belleza, comida, literatura y
generosidad de su gente. Sus
comentarios asesinaban los estereotipos.
En su país, también narró historias sobre racismo. Pidió respeto a los migrantes. Sobre la pared que Trump promete construir en
la frontera con México declaró que “debía ser honesto acerca de quién realmente
está trabajando en América desde hace algún tiempo atrás”.
La aldea global está compuesta por seres humanos con
seis grados de separación. Por eso,
cuando escucho que los venezolanos les “roban” puestos de trabajo a los
ecuatorianos me parece injusto. Huyen de
un régimen que violenta los derechos humanos.
Lo correcto es tratar de crear más fuentes de empleo. El asunto de los venezolanos es diferente a
la cedulación de los narcoguerrilleros que los socialistas del siglo XXI
trajeron para que voten por el dictador y socialicen al país.
Tampoco me parece correcto obligar a reservar espacios
para cierto número de mujeres, hombres o etnias en un lugar de trabajo. Somos seres humanos con mayores o menores
capacidades. Vivimos en una época
competitiva en la que los géneros y colores no debería ser lo fundamental, sino
lo que tenemos en la cabeza y lo que podemos aportar a la sociedad. La pregunta
es cómo vamos a mejorar el mundo, no cómo vamos a aprovecharnos.
Es vital que construyamos un ecosistema que genere
igualdad de oportunidades para todos, sin que nos obligue a ser iguales. Hay que respetar la individualidad para que cada
uno sea feliz y prospere en lo que le guste.
Con tolerancia y sin infringir los derechos de los demás. Cumpliendo nuestras obligaciones.
El colectivismo, ni la planificación estatal jamás han
funcionado porque mata la iniciativa individual y las autoridades públicas de
esos sistemas son menos iguales que los demás.
Anthony Bourdain fue un hombre que no creía en los
dogmas. Que a través de sus viajes
descubrió que las creencias inflexibles nos alejan de la libertad. Esa es su historia y parte de la nuestra.
Nos abandonó a los sesenta y un años, pero heredamos
su legado. Ojalá todos podamos mejorar
al mundo desde nuestra trinchera. Bourdain
fue un mensajero de la integración. Extrañaremos
su humor. Paz en su tumba.
Comentarios
Publicar un comentario