LA EDAD DEL COMERCIO


Lord Kames, en su obra Historical Law Tracts (1758), mencionó que la historia estaba integrada por cuatro etapas: a) la edad de los cazadores; b) la edad de los pastores; c) la edad de los agricultores; y, d) la edad de los comerciantes.

Notó que el verdadero motor de la civilización había sido el comercio.  La compra venta.  Las importaciones y las exportaciones. 

Los gobiernos se crearon cuando la sociedad tomó conciencia de que la propiedad privada debía ser protegida por legislación y autoridades.  Pero deben ser gobiernos reducidos y eficientes.  Lo contrario incita a los empleados públicos a arrogarse funciones y a limitar la libertad del individuo, para tratar de colectivizarlo.

Eso es un error, porque aunque suene feo, la sociedad se mueve por motivos egoístas.  Cada individuo trabaja para lograr sus propios sueños y de esa manera, contribuye al bienestar de todos.  Por eso es importante que exista un ecosistema amigable que permita a cada persona ofrecer lo mejor de sí. 

Por ejemplo: en nuestro país no se innova solamente porque el marco legal vigente no protege las ideas del inventor.  De allí que los innovadores migren a sitios donde sí ocurra eso. 

¿Qué sería de nosotros si no tuviéramos importadores que cumplen su misión dentro de la sociedad?  Hacen posible que adquiramos productos que no se fabrican en el país.  En el camino, pagan impuestos y crean fuentes de empleo.

Nadie está obligado a comprar bienes importados.  Lo que hay que evitar es que un Estado abusivo, coarte el derecho de cada individuo a decidir si los debe compra o no; cuando el verdadero inconveniente es un gobierno que gasta más de lo que ingresa y requiere recaudar, mediante diferentes justificaciones, para satisfacer su voracidad.

El cimiento de la productividad es el libre comercio.  El poder intervenir en el mercado como productor y consumidor en igualdad de condiciones ante la Ley.  La facultad del individuo de poder firmar contratos, importar y exportar.  El derecho a la libre asociación y formar empresas que limiten la responsabilidad individual al monto del aporte de cada socio. 

La solución no es crear monopolios públicos o privados.  Es impresentable que  estos privilegios quieran justificarse con frases prefabricadas, como que “tenemos que apoyar lo nacional” aunque el producto no sea de la mejor calidad o su precio sea excesivo.  La misión del Estado es beneficiar al consumidor.  Al ciudadano común, no a ciertos empresaurios o negociadores de privilegios.

Hoy más que nunca, vivimos la edad del comercio.  Cada vez más rápido a través de los medios digitales y las impresoras 3D.  Promovamos el comercio sin restricciones y avancemos hacia un futuro de prosperidad generalizada.  No pensemos como lo hacían antes de Kames. 

El proyecto de Ley Orgánica para el Fomento Productivo, Atracción de Inversiones, Generación de Empleo y Estabilidad y Equilibrio Fiscal es el inicio del cambio de mentalidad hacia lo que ocurre en el siglo XXI y se requiere.  Un siglo que reinventa vertiginosamente y en el que la competencia no perdona. No podemos darnos el lujo de quedarnos atrás.

Comentarios

Entradas populares