JOGO BONITO
La duda es indispensable en todos los campos. Las verdades, al ser sometidas constantemente
a la crítica constructiva, se convierten en provisionales.
Uno debe asumir que está equivocado y escuchar al otro
para poder avanzar. La realidad
evoluciona. Las verdades del pasado, no
permanecen inalterables en el tiempo.
Las circunstancias y los avances científicos las transforman en caducas.
Por eso, los modelos económicos dogmáticos de
planificación estatal no funcionan. Además,
el problema es quién planifica: burócratas, generalmente sin experiencia en la
calle, que actúan en base a doctrinas teóricas inalterables.
En la empresa privada se planifica. Pero quien lo hace incorrectamente es
castigado por el mercado. Cuando un
funcionario público es ineficiente, se lo trata benignamente. Lo reubican en un lugar donde sea menos
lesivo o lo que es peor, se lo defiende para que continúe aplicando su tesis
equivocada. En las compañías privadas,
el exceso de personal y la persistencia testaruda en el error se paga con la
quiebra.
La izquierda del mundo filosofa: “la intervención
inteligente”, dicen. Determinan sectores
estratégicos. Seleccionan ganadores y
perdedores. Tonterías que detienen la
innovación. Ninguna innovación
productiva provino del Estado.
Los poderes del Estado existen para delimitar la
cancha y sancionar a quien incumpla las reglas.
Es un árbitro que debería dejar jugar.
Cuando interviene excesivamente, daña el partido. Evita que el público disfrute del espectáculo. Podrían pararse en la cancha estrellas
mundialistas, pero con un árbitro así, no van a poder mostrar sus habilidades.
El marco de las leyes debe ser lo más amplio posible
para que el sector privado prospere creando más empleo adecuado.
Cuando las reglas estatales castigan la riqueza, se
genera poca. Si la legislación dificulta
la contratación laboral, se contrata poco.
Las regulaciones tienen que diferenciar el patriotismo
del nacionalismo. El patriotismo es todo
aquello relacionado con la cultura y amor por un país. El nacionalismo, en cambio, rechaza lo
foráneo.
El nacionalismo no solamente ha sido excusa para justificar los peores
crímenes en la historia de la humanidad, sino que también evita la libre competencia
a través de privilegios en favor de ciertas personas, perjudicando a quien el
Estado tiene que defender: el consumidor.
Cuando un pobre migra desde un país que restringe el comercio
a uno que promueve el libre comercio, en un promedio de tres años, ese
individuo ha salido de la pobreza en el nuevo país. El subdesarrollo no es culpa de lo étnico, es
consecuencia de la aplicación de un modelo económico deficiente.
Facilitarles la vida a las personas es la clave. Propongo que si en siete días los servidores públicos
no se pronuncian sobre un trámite para emprender, este debería considerarse
aprobado de acuerdo la ley. Después de
todo, vivimos en el siglo de la inmediatez tecnológica. Usémosla a nuestro favor.
Es hora de comenzar a facilitarnos la vida para
progresar como sociedad y así poder disfrutar del juego de los cracks que
estamos por conocer.
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