VISIÓN ALEMANA
La Federación de Cámaras de
Comercio e Industria Alemana (Deutscher Industrie-und Handelskammertag, DIHK),
aglutina setenta y nueve cámaras de comercio e industria. Es obligatorio para las compañías alemanas asociarse,
con la excepción de aquellas destinadas a las artesanías, agricultura y las
personas que ejercen profesiones liberales.
De esa manera, la DIHK es vocera de más de tres millones de empresarios,
otorgándoles influencia política. No
representa a un grupo corporativo específico, sino a todos los comercios
alemanes. También tiene capítulos en
otras ciudades del planeta.
Existen países en los que es
obligatorio afiliarse a un gremio empresarial y en otros, sucede lo
contrario. En Alemania es obligatoria la
asociación, porque para el gobierno es fundamental recibir sugerencias de una
institución que representa a la mayoría de los sectores de la economía. Esa información permite mejorar el ambiente
de negocios y por ende, el bienestar general.
El gremio empresarial alemán
ha sido delegado por su gobierno para que titule a seiscientos mil alumnos al
año mediante la formación dual, que es un sistema de aprendizaje que le permite
a los jóvenes obtener títulos de técnicos después de realizar entrenamientos en
industrias privadas.
También se les ha concedido la
potestad de certificar taxistas y a conductores de cargas peligrosas cuando
aprueban los cursos dictados por las cámaras alemanas. Un ejemplo más de que los sectores público y
privado pueden trabajar en conjunto sin tanto debate ni tramitología.
Los gobiernos no están para
hacer lo que se les ocurra. Tienen que
encontrar mecanismos para conectarse con lo que la sociedad civil requiera. Es vital lograr esa madurez. Recibir información para facilitarles a las
empresas crecer y proyectarse al mundo.
Promover desde el sector
público la creación de sindicatos y gremios afines al gobierno, envilece al
socialismo del siglo XXI. Las
instituciones de este tipo no deben ser partidistas. Están para expresar la opinión de sus
miembros, no para declarar lo que los gobernantes quieren oír. Tampoco queda claro por qué al presidente le
molestan tanto las opiniones diferentes
a la suya. Como si fuera un ataque
personal. Los estadistas hablan menos y escuchan más. Y cuando, producto de eso, realizan una buena
gestión, los votantes somos renuentes a cambiar de autoridades. Ese es el caso del alcalde Nebot.
Es interesante que en Alemania,
cuarta potencia económica del mundo,
consideren vital el criterio de las asociaciones empresariales, mientras que
aquí ocurre lo opuesto. Por eso llama la
atención que el vicepresidente y el presidente de la república constantemente mencionen
como modelo, a un gremio de Pichincha constituido en el año 2011, que pareciera
incondicional al oficialismo. Cuidado
están planeando disolver baluartes de la sociedad quiteña y guayaquileña, como
lo son las cámaras de comercio de ambas ciudades: por opinar diferente.
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