PRODUCTIVIDAD ESPARTANA
Esparta era una ciudad estado
griega que destacó por centrarse en el entrenamiento militar de sus habitantes. En el siglo V antes de Cristo, los niños
espartanos eran examinados por un consejo de ancianos para decidir si eran
sanos. Si no pasaban la prueba, los
lanzaban a un barranco. Los que
aprobaban, recibían uno de los nueve mil lotes de la ciudad y eran cuidados por
su familia hasta los cinco años. A esa
edad, pasaban a vivir en grupo para recibir un entrenamiento paramilitar. Esa preparación, centrada en la guerra, los
convertía en extraordinarios combatientes.
Guayaquil es comercial. Desde sus inicios, hasta la actualidad, ha
destacado como puerto y astillero. Una
ciudad cosmopolita. Las personas que
creen en el libre comercio migran aquí.
Nacionales y extranjeros. Somos
el Nueva York de Ecuador. El comercio
está en nuestro ADN.
Basamos nuestras actividades en
la productividad, entendida como la capacidad de producción por unidad de
trabajo, superficie de tierra cultivada, etcétera. Las restricciones al comercio, que propone el
socialismo del siglo XXI, no tienen sentido en un mundo sin fronteras, conquistado por el
comercio electrónico y pronto: por las impresoras 3D, que en menos de cinco
años cambiarán la forma en la que compramos y vendemos.
Las multinacionales están
globalizadas. Compran insumos y materias
primas en diferentes lugares y producen en otros, según las ventajas que
ofrezcan. Sus call centers, tiendas,
fábricas y oficinas para gestionar el comercio electrónico se encuentran
dispersas por el mundo. Pero el socialismo
del siglo XXI no comprende o acepta eso.
Cree que estamos en el siglo XIX o antes. Que la economía se fundamenta exclusivamente
en fábricas llenas de trabajadores explotados.
Exigen que se produzca para los habitantes de este país, mientras
limitan nuestras libertades. No piensan
en grande. Les interesa su propio
bienestar y que los demás paguemos impuestos y salvaguardias para garantizarlo.
Tampoco han notado que las
salvaguardias, los cupos, la excesiva carga tributaria y la inflexibilidad
laboral restan competitividad y productividad para aquellas exportaciones no
petroleras o bienes de consumo nacional.
Ningún país manufactura todo.
Solamente lo que tiene aceptación en el mercado. Lo demás se importa.
La solución no es comprar
menos, sino vender más a través de más acuerdos de libre comercio, que además, nos
permitan recibir mayores conocimientos tecnológicos, oportunidades para
estudiar en otros países y facilidades para obtener visas. Se olvidaron de contar esa parte del cuento.
Los que vivimos en Guayaquil
creemos en la productividad, competitividad y la libertad. Así funciona nuestro modelo. Somos los espartanos del comercio. Los socialistas del siglo XXI son una carga
para la sociedad, que al no modificar el rumbo, nos llevarán al abismo de la
pobreza colectiva.
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