¿LIBERTAD ECONÓMICA O AUTARQUÍA?
Una
persona me preguntó si no era nacionalista.
“Prefiero que todos seamos libres para elegir de la mayor posibilidad de
ofertas de bienes y servicios. No
solamente aquellas que el gobierno quiere proteger”, respondí. Estoy en desacuerdo en que los consumidores
nos perjudiquemos por decisiones del gobierno; obligándonos a pagar más por los
productos y encareciendo los insumos para la producción nacional.
Es un
gran momento para ser rico. Los
adinerados se están haciendo más prósperos y las empresas pequeñas están
padeciendo, gracias a tantas regulaciones estatales proteccionistas, que
solamente aquellos que tienen el músculo financiero pueden soportar. Lo
contrario al discurso oficial.
Tampoco
es a través de la redistribución de la riqueza, ni lo que determine el gobierno
sobre los topes de ingreso o las empresas a las que sienta debe privilegiar, lo
que hace que se produzcan resultados sociales positivos. El progreso y la posibilidad de escalar
socialmente requieren eliminar barreras al acceso, libertad para conectarse con
el mundo y que el gobierno sea menos entrometido. Para que exista riqueza, algún individuo debe
haberla creado. Si solamente la
transferimos, se acaba.
La
relación entre libertad económica y PIB per cápita es significativa. La libertad económica suscita el crecimiento
económico que genera oportunidades para
que todos podamos trabajar, producir y ahorrar.
Los que más se benefician con el crecimiento económico son las personas
con una renta más modesta. En Suiza, la
renta del 20 % más pobre de la sociedad ha crecido un 17 % entre el 2007 y el
2012.
Mientras
menos restricciones, cupos, salvaguardias y normas técnicas, mejor. Restringir el libre comercio origina
oligopolios y monopolios. Tenemos que
salir a venderle más al mundo para que vengan los dólares. No podemos seguir siendo hostiles a la
inversión o a los acuerdos de libre comercio que amplíen nuestro mercado de
consumidores.
El índice
2015 de libertad económica demuestra, una vez más, que los países con mayor
libertad económica tienen un desempeño sustancialmente superior al resto en
crecimiento económico, ingresos per cápita, atención médica, educación,
protección del medio ambiente, reducción de la pobreza y bienestar.
La lista del Heritage
Foundation en colaboración con The Wall Street Journal es liderada por Hong
Kong y Singapur. Chile, un país parecido
al nuestro, se encuentra en el puesto 7 de mayor libertad económica en el mundo. Ecuador: en el puesto 156, de un listado de
178. Los tres últimos países son
nuestros amigos de Venezuela y Cuba. En
último puesto: la extraña Corea del Norte de Kim Jong-un.
No necesitamos un
Estado más asfixiante y redistribuidor, sino uno que habilite un marco
institucional que permita crear y acumular riqueza en beneficio de todos. Es decir, un Estado con baja presión fiscal
y, también que no se inmiscuya en las relaciones privadas entre los agentes
económicos.
Todo lo que exportamos
es producto del ingenio y esfuerzo de un emprendedor. No de los políticos. El Estado es improductivo y definitivamente
no es innovador como los individuos de la sociedad. Endeudarse, en lugar de
reducir el gasto público, agrava el fracaso del modelo SENPLADES.
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