SOCIALISMO PERVERSO
Los importadores reportan
bajas en sus ventas como consecuencia de las restricciones impuestas a la
introducción de productos al país. Ignoran
que este tipo de comerciantes generan fuentes de trabajo. Que lo que las autoridades exigen es
disminuir el crecimiento económico.
Cuando lo que se debería aminorar es el gasto público. No la inversión gubernamental. Un pueblo debe ser libre para recibir los
mejores bienes del mundo pagando los respectivos aranceles por ellos.
Las leyes del mercado son
como las físicas. Los bienes que tienen
demandas siempre serán ofertados por alguien.
La historia nos ha demostrado que cuando se prohíbe o se elevan en
exceso los impuestos, se genera contrabando.
Porque existen personas que están dispuestas a comprar esos artículos. Con el agravante de que los negocios
ilegítimos tienden a defender sus intereses con violencia. Es lo que sucede con los estupefacientes
ilícitos y lo que ocurrió durante la prohibición de vender alcohol en Estados
Unidos. En el camino, se crearon grandes
fortunas que perduran hasta hoy.
El gobierno central no
quiere que se importen más vehículos, pero mantiene pugnas con los gobiernos
seccionales que evitan que el transporte público se desarrolle
debidamente. Todos queremos tener
vehículo propio porque el servicio de transportación pública es inseguro, incómodo
e ineficiente. O porque es nuestra
voluntad. Un país desarrollado se mide
por el nivel de ciudadanos que usan su transporte público. A muchos nos gustaría trasladarnos en un buen
bus, para poder caminar por la ciudad y disminuir los gastos. Pero el gobierno no quiere saber del
problema. Solamente destaca las
consecuencias: mayor contaminación y desbalance comercial. Aspiran que los gobiernos seccionales asuman
el costo político de una cuestión que trasciende todas las áreas de la
economía. ¿No sería mejor que
solucionemos el problema de fondo para que prevalezca la libertad de importar y consumir los
bienes a los que constitucionalmente tenemos derecho?
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