GUAYAQUIL POR LA PATRIA

En el mes que celebramos la fundación de Guayaquil, los guayaquileños debemos replantearnos el futuro de la ciudad.  Una urbe que diariamente recibe nuevos habitantes y se encarga de darles servicios básicos.  Una especie Nueva York  que ampara a personas de todas las regiones del Ecuador porque la perciben como una tierra de oportunidades para trabajar honradamente.

Es imperioso salvar la cuenca del río Daule, como una forma de evitar una mayor sedimentación del río Guayas.  Aspiramos a eliminar de contaminación el estero Salado, un brazo de mar que llevamos en el corazón y en la historia de Guayaquil.  Sin duda, obligaciones pendientes.  Pero tenemos problemas acuciantes.  Varias décadas de asentamientos informales hacen que la obra municipal cueste tres veces más de lo que costaría si se hubiera podido planificar.  Este año, la mayor parte de los recursos municipales se invertirán en conceder servicios básicos a barrios pobres que comenzaron como invasiones.  Esos invasores compraron a traficantes de tierras lotes caros y sin urbanizar.  El Municipio de Guayaquil trata de competir generando excelentes programas habitacionales como Mucho Lote, más económicos que las tierras baldías que ofrecen los traficantes y que evitan que el cabildo tenga que resolver problemas sociales a un costo superior porque estos programas ya cuentan con servicios básicos.

Los traficantes de tierras tampoco dejan espacios para centros de salud o parques.  Lo que implica una compleja tarea de solución urbanística municipal para que estos ecuatorianos de escasos recursos tengan acceso a esos derechos constitucionales.  Lo que nos lleva a pensar que los ataques al modelo económico de Guayaquil deberían ser mejor analizados. La Municipalidad de Guayaquil ejecuta.  No diserta sobre proyectos sociales etéreos como si fueran obras implementadas.  Esta ciudad resuelve el problema de fondo, engendro de la inacción del gobierno central y otros gobiernos autónomos descentralizados que no ofrecen nada a los habitantes del campo. Guayaquil recibe diariamente una población flotante de miles de personas que vienen a trabajar desde Samborondón y Durán.  Lo que amplia el número de retos que enfrenta la ciudad en conjunto con los municipios de otros cantones.  Las nuevas generaciones deben comenzar a pensar cómo desarrollaremos al Guayaquil del resto del siglo XXI, resolviendo problemas sociales y ecológicos más complejos que los del siglo pasado.  Un nuevo desafío en el que debemos descartar la ayuda del gobierno central, que históricamente nos ha fallado, salvo honrosas excepciones en casos puntuales.

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