LOS PRESIDENCIABLES
Se quedó sin bases el discurso que justificaba la
elevada presión tributaria actual porque servía para mantener a los maestros,
médicos y policías. Al final, no tenemos
educación de calidad, atención médica, seguridad ni justicia.
Transitar por las calles de las ciudades del Ecuador
se ha convertido en un deporte de aventura.
Si lo apuñalan, espero que tenga vigente un seguro de salud privado
(además de sus aportes al IESS al día), porque caso contrario, es posible que
pueda ver o llegar hasta la luz al final del túnel.
Y si por alguna razón los policías, menores en número,
sin equipamiento ni el entrenamiento adecuado, llegaren a capturar al
delincuente, es muy probable que alguno de los órganos de la función judicial
lo libere para que se vengue del policía y de la víctima. Sin contar, que el policía podría ir preso si
es que miró mal al criminal durante la aprehensión.
Y así vamos.
Los delincuentes de cuello blanco (arroz verde) o de baja ralea campean
o se fugan impunemente del país, mientras el Estado se queda sin excusas por su
ineficiencia en las indagaciones de oficio o en su gestión para lograr
sancionar a los culpables para reivindicar a los honestos, desmotivándonos a
continuar por esa senda.
Es difícil avanzar con un Estado con cinco funciones
que no provee los requerimientos básicos para vivir, pero que sí está repleto
de servidores que, para justificar su puesto, generan trabas a la vida de los
ciudadanos productivos.
No vamos a llegar a ningún lado sin educación, salud,
seguridad (como competencia exclusiva del gobierno central) y con una función
judicial que decepciona diariamente a la sociedad civil.
Todo esto suena a despilfarra, corrupción y
negligencia en la administración de la cosa pública.
A los servidores públicos y a las autoridades
designadas por elección popular les pagamos para que tomen decisiones diligentes
en favor del bienestar común; no para
que trabajen para las próximas elecciones y convertirse, con el dinero de
nuestros impuestos, en posibles candidatos a la presidencia.
La mejor carta de presentación para aspiraciones personales
futuras es cumplir a cabalidad en el puesto público en el que actualmente se
desempeñan. Los ministros de educación,
salud y del interior deben ejecutar sus respectivas misiones sin excusas. Lo mismo tendrían que hacer las personas
encargadas de administración de justicia.
No están haciendo su trabajo y los electores y la ciudadanía en general,
toma nota de aquello.
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