LA EXPERIENCIA DE ESPAÑA
En los ochentas, España se incorporó a la
comunidad de la Unión Europea (UE) y comenzó a usar el euro en los
noventas. Es la moneda oficial usada por
19 de los 28 Estados miembros. Además, otros cuatro Estados europeos usan el
euro sin parte de la UE: Andorra, Ciudad de Vaticano, Mónaco y San Marino. Montenegro y Kosovo adoptaron el euro de
manera unilateral. Igual que nosotros
hicimos con el dólar de los Estados Unidos de América.
Unos 343 millones de personas viven en la
eurozona y 240 millones de personas más usan monedas fijadas al euro,
convirtiéndose en la segunda moneda más usada del mundo, después del dólar
estadounidense.
Adicionalmente, España reforzó su visión
integracionista suscribiendo en junio de 1991 el Acuerdo de Schengen que,
ahondando en el concepto de una "Europa sin Fronteras", supuso la
eliminación progresiva de los controles en las fronteras entre Estados
miembros.
En el año 1992, durante la Cumbre de Edimburgo,
los Estados miembros de la UE instauraron el llamado Fondo de Cohesión para
proyectos de medio ambiente, infraestructuras de transporte y energía en países
con un nivel de renta por debajo del 90% de la media de la UE. Como
consecuencia de ello, España obtuvo, junto al resto de los fondos estructurales
recibidos, un inestimable apoyo para la revitalización y el crecimiento
regional.
Del mismo modo, España ha venido contribuyendo
al progreso de políticas con aportaciones sostenidas en ámbitos tan diversos
como ciudadanía, política de cohesión, diversidad cultural y lingüística,
cooperación judicial o lucha contra el terrorismo, así como llevando su
impronta a las relaciones exteriores, especialmente en lo referente a la
política orientada hacia Latinoamérica y la ribera sur del Mediterráneo.
La persona que visitó España en los sesentas o
setentas puede atestiguar el atraso de ese país frente al desarrollo de otros de
la zona. Es fácil comprender que el
acuerdo con la UE le permitió a España prosperar. La libre circulación de personas que pueden
trabajar e invertir fácilmente entre países que usan una misma moneda facilita
el comercio, la transferencia de tecnología, educación, turismo y mejora de la
infraestructura.
Soy lo suficientemente viejo para recordar la
España antes de su ingreso a la UE y
también las marchas en la avenida Francisco de Orellana de Guayaquil, cuando en
el Hilton se negociaba el TLC con Estados Unidos. Como consecuencia de esa reducida presión, en
el 2006 se rompieron las negociaciones y no lo firmamos. Culpa de un gobierno débil. En cambio, Colombia y Perú sí, generando una
ventaja competitiva que hoy nos cuesta superar.
Hemos suscrito el acuerdo con la Unión Europea,
lo que nos ha permitido probar lo bueno que es adquirir más fácilmente bienes
de calidad y al mejor precio, mientras se lograron conservar cientos de miles
de empleos directos e indirectos.
Portugal, España, Italia y Grecia vivieron una
reciente crisis como consecuencia de gobiernos populistas que decidieron
endeudar irresponsablemente a sus respectivos países. Sus ciudadanos ya vivieron en sus bolsillos
los resultados de esa forma de gestión.
Espero que hayan aprendido a votar por personas que no los regresen a
ese tipo de prácticas de regalos socialistas con el dinero de los contribuyentes,
que nosotros también hemos experimentado.
El proteccionismo que ciertos sectores
ecuatorianos proponen por intereses personales o por dogmatismo, ya han probado
que desmejoran la calidad de vida de la mayoría. Seamos un poco más como España. Nuestra economía cuenta con la estabilidad del
dólar. Vamos por más acuerdos, como el de la Alianza del Pacifico, el TLC con
Chile y Estados Unidos.
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