BARRERAS MENTALES


Vivimos en un planeta en el que existen nuevas reglas.  Ninguna institución es la excepción. Todo se ha redefinido: la manera en la que nos relacionamos y de producir, las formas de pago, la educación, la familia, la transportación, la compra de productos, la comunicación, la información, etcétera.

Antes pasaban varias décadas antes de que ocurra un cambio disruptivo. Hoy los tenemos cada cinco años. Eso hace que pongamos en juicio nuestras habilidades e inteligencia. Nos plantea desafíos. 

Es necesario analizar el pasado y observar el entorno actual.  Algunos países como Cuba y Venezuela se han negado a aceptar el cambio.  Empresas como Kodak y las disqueras vieron cómo sus negocios desaparecieron o se transformaron.

Cuando evolucionaron los carruajes tirados por caballos a vehículos con motor, disminuyeron los empleos relacionados con los carruajes y se incrementaron los vinculados a los carros.  Las personas tuvieron que reinventarse.  Solamente perdieron aquellos que se aferraron al modelo anterior.

Hoy, la competencia es global.  Incluso la local ha muerto.  Los clientes tenemos información de cualquier lugar del mundo, lo cual nos hace más capaces y exigentes.  El entorno cambia rápidamente, obligándonos a cambiar constantemente. 

Casi todos estudiamos, tenemos internet, hablamos varios idiomas, viajamos, negociamos y hacemos deporte.  El cliente tiene el poder.  Ya no lo tiene el proveedor, como antes. 

Hay una revolución de comportamientos apoyada por la influencia de fuertes redes sociales y comunidades con intereses comunes. 

El futuro lo hacemos con nuestra imaginación.  Todo lo que escribió Julio Verne sobre el futuro se ha hecho realidad.  También casi toda la tecnología que aparecía en los primeros capítulos de la serie Star Trek y otras películas. Si alguien lo piensa, sucede.

Lo que ocurre es que a los que tienen preparación y dinero, no les gusta el cambio.  Ya están bien.  Defenderán el statu quo.
Tenemos muchas historias del pasado que prueban esta afirmación.  Por ejemplo, la de Galileo o la creencia de que las personas se podían desintegrar a cierta velocidad, digamos, cien kilómetros por hora.

Siempre hubo alguien que difundió ideas falsas para mantener el estado de las cosas que le convenía.  Una vez que el mito fue superado y con ello, la barrera mental, se produjeron avances.  Y así, en todas las actividades humanas. 

Decir que es inconveniente participar en la Alianza del Pacífico no es una barrera mental.  Significa la necesidad que ciertas personas tienen de proteccionismo,  en desmedro de la mayoría.  No están dispuestos a competir.

La diversificación de las exportaciones y el desarrollo de varias industrias han sido beneficios que los países miembros permanentes de la Alianza del Pacífico ya han percibido.  Nosotros también ya lo hemos hecho desde que firmamos un acuerdo con la Unión Europea. 

Imaginemos un futuro próspero.  La estabilidad no existe en el entorno actual.  Tenemos mucho por ganar y poco que perder.

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