EL RENACIMIENTO
En el libro “Entre el mundo y yo”, Ta-Nehisi Coates
trata de explicarle a su hijo de quince años cómo era vivir, pensar y aprender
antes del Internet: “Durante toda tu vida, cuando tienes una pregunta has podido
tipearla en un teclado, verla aparecer en un rectángulo junto a un logo
corporativo y en segundos, recibir varias páginas de potenciales
respuestas. Pero todavía recuerdo cuando
las máquinas de escribir eran útiles. El
amanecer de las Commodore 64 y los días cuando una canción que te gustaba podía
ser escuchada momentáneamente en la radio, para luego desparecer en la nada…Para
un joven como yo, la invención del Internet fue como la invención de los viajes
especiales”.
Existe un antes y después que los estudiantes ignoran. No saben cuan poco preparados los deja el
sistema educativo actual. La educación
que están recibiendo fue desarrollada a finales del siglo XIX y a principios
del siglo XX, para convertir a los campesinos en trabajadores de fábricas y
gerentes de oficinas.
El 22 de abril de 1993, cambió la vida de los seres
humanos. Ese día los científicos del
National Center for Supercomputing Applications anunciaron que el navegador
Mosaic 1.0 estaba abierto al público.
El internet modificó la visión de lo social, político
y económico. Las redes han cambiado nuestra
vida diaria y esta transformación se acelera diariamente.
De pronto, estamos más tiempo online que offline,
interactuando en un mundo que ha eliminado de la ecuación al editor,
presentador y verificador de
contenido. Tenemos un amplio poder para
comunicar a través de la plataforma que seleccionemos. Y un gran acceso al conocimiento, pero
seguimos con un sistema educativo idéntico al de 1893.
Los estudiantes de hoy requieren habilidades blandas,
entre las que figuran la comunicación, creatividad, capacidad para trabajar en
equipo, dialogo, responsabilidad, honestidad,
buenos modales, sentido común, optimismo, sentido del humor, empatía, compromiso
y proactividad a la hora de resolver problemas y generar ideas innovadoras en
beneficio de la organización. Ya no
deberían ser máquinas de absorción de conocimiento empírico, eso lo hace la
tecnología.
Pero la solución no es simplemente usar tabletas,
computadores, teléfonos inteligentes o laptops en los salones de clases
tradicionales. Eso solamente digitaliza
el sistema educativo del siglo XIX. Es
el contenido del sistema educativo y la forma de enseñar lo que hay que
restructurar.
Así es que si pregunta por qué su hijo se aburre en el
colegio o la universidad escuchando las penas que le cuentan sus profesores en
clase, para después llegar a la casa y aprender algebra en YouTube en pocos
minutos, estos son los motivos.
Para los estudiantes, ya no tiene sentido ir a clases
tradicionales con un modelo que no es acorde a su forma individual de aprender.
Las empresas tampoco están contentas. Los candidatos que aspiran ocupar las
vacantes son, salvo excepciones, producto de un sistema educativo caduco, memorista
y que en la mayoría de ocasiones excluye la pedagogía como una disciplina que
los profesores deberían practicar para enseñar.
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