SE REQUIERE MÁS
La sociedad se pregunta por qué el capital nacional no
regresa al Ecuador. La respuesta tiene
relación con la seguridad jurídica.
Durante la década ganada fuimos testigos de cómo el
empresario ecuatoriano fue golpeado mediante pensamiento, palabra, obra y
omisión. En los discursos se manifestaba
que se quería atraer la inversión de las compañías privadas, pero
simultáneamente se fustigaba a los empresarios.
Las compañías son de los empresarios y los empresarios
ecuatorianos son iguales que los extranjeros: no responden ante un ambiente
hostil de negocios en el que las reglas del juego cambian constantemente. El Estado quiere ser juez y parte en la
resolución de conflictos comerciales; se implementan salvaguardias, cupos y
normas INEN que encarecen los productos.
Para que venga la inversión extranjera o nacional, el
país debe mostrar su intención de cambiar.
Más allá de leyes o de tratados bilaterales internacionales que se
suscriban favorablemente para la nación, estos pueden ser reformados o
denunciados, respectivamente, como ya ha ocurrido en la historia nacional.
Esas acciones contra el libre comercio quedaron
grabadas. Los inversionistas observan
los comportamientos de los servidores públicos.
Están dispuestos a invertir con la seguridad de que pueden ganar renta y
retirar su capital sin restricciones.
Y cuando me refiero que estudian los ecosistemas de
negocios, lo hacen durante años. No
basta con aprobar acuerdos con bloques comerciales importantes. Ni con promulgar la Ley de Fomento Productivo. Tomará por lo menos cuatros años en los que
Ecuador demuestre que respeta el derecho de propiedad y el libre comercio. Hasta que eso suceda, el país no estará en la
mira de los inversionistas.
Escucho en los medios la satisfacción por estos pasos
correctos. Estamos enrumbándonos hacia
el norte de la prosperidad y no al sur de la debacle venezolana. Pero no es suficiente. Se requieren más modalidades de contratos de
trabajo, más acuerdos internacionales y derogar y bajar impuestos que
dificultan el comercio. Desmentir el mito de que el comercio y los empresarios
quitan empleos y se quedan con el capital. Incorporar a nuestra idiosincrasia
la realidad de que cuando la economía crece, todos lo hacemos.
Hasta eso, escuchamos voces de la izquierda resentida
que dicen que los empresarios son los únicos que ganan.
No oigo lo mismo de parte de los empresarios. Les preocupa la caída del empleo
adecuado. El exceso de tramitología que
a tantas compañías ha liquidado.
Tenemos que trabajar en las debilidades que los
informes internacionales señalan que el Ecuador tiene. Esa es una forma de atraer inversión.
Caso contrario, seguiremos viendo a admiradores de
Chávez convertidos en banqueros de la banca pública, con sueldos
maravillosos. Y los ladrones de la
década ganada continuarán disfrutando de su dinero producto de la corrupción y
el despilfarro de los recursos públicos.
Ellos son los verdaderos culpables de lo que está ocurriendo. Pero una
vez más, tratan de esconderse culpando a los empresarios de no invertir lo
suficiente en un país que obstaculiza el emprendimiento formal.
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