NUESTRA RESPONSABILIDAD
Pareciera que ya nos hemos olvidado que los
ecuatorianos votaron abrumadora y repetitivamente por alguien que promovía
modelos como el cubano y venezolano. De
la que nos salvaron los que promueven la libertad, cuando casi todos los demás
se olvidaron que tenían lengua.
Hoy vemos las consecuencias del rumbo que teníamos. El socialismo del siglo XXI ha sumido en
miseria a la población venezolana, al igual que el comunismo en Cuba.
Sin embargo, la hija de Hugo Chávez posee una fortuna,
según Forbes, de 4.5 billones de dólares, sin haber trabajado. Más que Rockefeller, quien después de
trabajar toda su vida, murió a los ciento un años de edad con 3.5 billones de
dólares. La misma prosperidad ostentan
los descendientes de los Castro y de todos aquellos que gobiernan la isla,
mientras la mayoría pasa hambre.
Venezuela agoniza por un pésimo gobierno, no por falta
de recursos. Tiene las mayores reservas
petroleras del mundo, pero su producción decrece anualmente en manos del Estado.
Margaret Thatcher lo dijo hace tiempo: “el peor
enemigo del socialismo no es el capitalismo.
Es la realidad”. Eso es lo que ha
ocurrido en Venezuela y Cuba. Sus
caudillos se fueron contra todas las reglas del mercado para imponer un Estado
populista con líderes mesiánicos. Venden
humo y empobrecieron a sus mandantes.
El Ecuador ha recibido a ambas poblaciones. Estoy de acuerdo en que debe haber un control
porque también vienen delincuentes, pero esta es una crisis humanitaria que
debería resolverse por la comunidad de países afectados.
Obtener un pasaporte en Venezuela cuesta
aproximadamente seiscientos dólares y varios meses de trámites con la
posibilidad de que no lo aprueben. El
salario mínimo mensual en Venezuela se diluye en la hiperinflación, por más
ceros a la derecha que el dictador elimine de la moneda venezolana.
Resultados: nuestro país se convirtió en residencia
final o territorio de paso de venezolanos hacia otras naciones que no hayan
votado, como nosotros, por el socialismo del siglo XXI.
Nuestras fronteras son mentales. Nos han enseñado que es bueno ser pobres y
resentidos sociales. Lo que deberíamos
hacer es impulsar es un ecosistema de negocios en el que se más fácil contratar,
ser formal y emprender. Una fórmula para
que se multipliquen los empleos adecuados para que logremos prosperar.
Dejemos que surjan los Steve Jobs venezolanos y
ecuatorianos que habitan el Ecuador. No
los asfixiemos.
En el fondo, nuestra preocupación por la diáspora
venezolana es que no tenemos un modelo adecuado que apoye a los emprendedores y
empresarios. Los generadores de empleo para
todos.
Hay que tener cara dura para no recibir a los
venezolanos después del historial de la migración ecuatoriana hacia otros
países, gracias a gobiernos deficientes.
Trabajemos en mejorar el ambiente y nuestra alma. En que surjan más empresas y que vengan las
inversiones. Ofrezcamos confianza. Con generosidad nacen las grandes naciones y
personas. Seamos una de ellas.
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