LA HEMORRAGIA
Somos testigos de cómo varios
ex funcionarios públicos son procesados mientras otros están prófugos. No se lo esperaban. Se nota, porque no son delitos
científicos. Se cometieron a mansalva. Protegidos bajo el manto de encubrimiento de
los organismos públicos de control y de las funciones del Estado. La frase del ex presidente Correa resume el
ambiente propicio para la corrupción: “el pago de Oderbrecht a Mosquera no es
coima porque ya no era Ministro”. Es
decir, se inventó el concepto de corrupción diferida.
Miles de millones de dólares
fueron despilfarrados por la corrupción que continúa vigente mediante los
mecanismos de compras públicas establecidos por el Correísmo, en los que se
obliga a las instituciones públicas a comprar bienes y servicios por valores
hasta cuatro veces más altos que los precios del mercado.
Las obras de infraestructura,
que tanto cacareo merecieron por los cómplices del socialismo del siglo XXI,
tuvieron sobreprecio. No fueron concesionadas
al sector privado, porque no le convenía a los corruptos que la empresa privada
las financie. Algo amoral, porque con los miles de millones de dólares del
erario que se pudieron haber ahorrado, se habría beneficiado a los más desprotegidos
de la sociedad.
Durante el Correato, la
corrupción de funcionarios públicos quebró a las empresas incautadas. Enviando al desempleo y al subempleo a miles
de personas.
El Estado sigue jugando a ser
empresario: empresas públicas aéreas, medios de comunicación, cementeras, almaceneras
y otras de los sectores “estratégicos” pierden dinero. Nuestro dinero. Porque esas compañías se financian con los
impuestos que pagamos. Produciendo una
hemorragia agravada por la corrupción.
El gobierno no es un buen
administrador. Ese no es un fenómeno
exclusivo del Ecuador, ocurre en todos los países. Pocos administran diligentemente lo que no es
de su propiedad cuando carecen de un interés económico importante. En esa situación, se debe controlar más al administrador. Aquí sucedió lo contrario.
De allí que sería recomendable
delegar al sector privado los servicios públicos de agua potable, riego,
saneamiento, fuerza eléctrica, telecomunicaciones, vialidad, facilidades
portuarias, aeroportuarias y ferroviarias, servicio postal u otras de
naturaleza similar. Así como la
exploración y explotación de los recursos naturales no renovables. A la mayor cantidad de compañías
especializadas, para que compitan, beneficiando a los usuarios mediante calidad
y precio.
Sí existen recursos en el
sector público. Los más altos de la
historia republicana. Lo que pasa es que
los fondos públicos se van en la hemorragia de la corrupción. Detenerla y desmotivarla, con el mayor rigor
de la Ley, tiene que ser nuestro norte. Estos
delincuentes deben devolver hasta el último centavo producto de peculado,
enriquecimiento ilícito, cohecho, concusión, tráfico de influencias, usurpación
de funciones públicas, lavado de activos y testaferrismo. Que se queden sin
nada.
Incrementar los impuestos y las
restricciones comerciales agudizarían el círculo vicioso, mientras empobrecen
al ciudadano común. Ya lo hemos vivido. Estamos constatando la mejora en la economía
desde que firmamos un acuerdo con la Unión Europea, se redujo el IVA y se
derogaron las salvaguardias.
Moraleja: debemos fomentar la
productividad y la competitividad, mientras sancionamos a los corruptos. Lo contrario es enviarles a nuestros jóvenes
el mensaje de que es mejor ser funcionario público y transitar por el camino
del dinero fácil de los contratos estatales, que trabajar honestamente.
Comentarios
Publicar un comentario