LA COOPERACIÓN
¿Qué es lo que le ha permitido
destacar al homo sapiens de los demás animales? La mayoría dirá que es su
capacidad para fabricar utensilios y su inteligencia. La realidad es que depende de nuestra capacidad
para cooperar.
Si no hubiéramos aprendido a
cooperar en gran número no habríamos progresado tanto. Las abejas y las hormigas cooperan, pero no
pueden reinventar con flexibilidad su sistema social. Las abejas, por ejemplo, no guillotinarían a
la reina y establecerían una república.
Cooperamos incluso con
extraños. Eso no ocurre con los demás
animales. Los chimpancés, deben
conocerse personalmente para que eso suceda.
La historia muestra que los
ejércitos disciplinados derrotaron a los desorganizados. Las élites unidas sometieron a las masas
desordenadas; como ocurrió en la Rusia
imperial del año 1914, en la que una minoría de personas controlaba a 180
millones de plebeyos sin organización.
Para organizar una revolución
no es importante que muchas personas apoyen esas ideas, sino que los que
seguidores deben ser capaces de colaborar efectivamente. Es importante que esas
ideas contengan algo de ficción. La
revolución rusa se produjo cuando un pequeño grupo de comunistas se organizaron
y tomaron el control del imperio ruso en el momento y lugar adecuados. Esos comunistas cayeron en la década de 1980
cuando no fueron capaces de continuar organizados eficientemente.
Los sapiens nos regimos por la
lógica social basada en la justicia. Los
sumisos que aceptaron ofertas injustas no sobrevivieron en la Edad de
Piedra. Somos igualitarios cuando
estamos en grupos pequeños, porque lo contrario genera resentimiento e
insatisfacción. Sin embargo, las masas
requieren que una élite dominante las dirija.
Aunque sea injusta. Por eso, los
ejércitos a lo largo de la historia, lucharon por sus líderes, aunque muchas
veces los odiaban por la opresión de la que cada soldado fue objeto antes,
durante y después de la guerra.
La humanidad se basa en órdenes
imaginados. Sistemas que existen en
nuestra mente: “Si sacrificas diez vírgenes, el dios de la lluvia hará que
diluvie. Si no crees, morirás”. Cuando
todos los sapiens de esa localidad creen la misma historia, se organizan redes
de cooperación masiva.
El dinero es una realidad
intersubjetiva. Si la mayoría deja de
aceptarlo, no tendrá valor. Las
naciones, las religiones y las empresas también lo son. Le dan sentido a nuestra vida. Estas redes se tejen y destejen durante la
historia. Los jóvenes van convencidos a la guerra porque creen en estas
realidades intersubjetivas que la cultura del momento impone. El apoyo alemán al régimen nazi fue posible
por eso. Lo mismo ocurre con la revolución
ciudadana: fueron un grupo estructurado, que hoy se desmorona producto de una
pugna interna que está terminando con su organización.
Comentarios
Publicar un comentario