NUESTROS AÑOS VERDE FLEX
La Cámara de Comercio de
Guayaquil invitó a Roberto Ampuero como conferencista de su aniversario ciento
veintisiete. Roberto se define como un
converso político. Su experiencia como
un joven comunista que comprobó la falta de libertad individual existente en
Cuba y la desaparecida Alemania Oriental lo desilusionó y lo hizo evolucionar
hasta asumir como Ministro de Cultura del gobierno de derecha del presidente y
empresario chileno Sebastián Piñera.
Su vida se encuentra plasmada
en libros de su autoría. De esos que son
difíciles dejar de leer. En ellos narra
el sufrimiento que esos regímenes proponen a sus gobernados a cambio del
bienestar común. “Como si uno tuviera
varias vidas para vivir en un país así” afirma.
La izquierda promete un futuro
mejor, mientras te llevan a la miseria. Orquestan campañas para demostrar que
el pasado fue nefasto y que es necesario destruirlo. Que su líder mesiánico y populista tiene
todas las soluciones. Entonces comienza
el adoctrinamiento, que en nuestro caso, ya se encuentra plasmado en los libros
de los que estudian nuestros hijos. Una
batalla por las ideas que la derecha ha perdido, porque los liberales
decidieron aceptar que existen personas que creen que el Estado debe planificar
y organizar la sociedad desde el centralismo.
Hemos llegado al punto en que convivimos con la idea de que che Guevara
es una figura positiva y Pinochet un asesino.
Es un error no combatir eso. La
historia la ha escrito la izquierda y quien es dueño de la historia, será amo
del futuro. Los comunistas se toman esta
afirmación en serio.
Durante el aniversario,
Roberto hizo un análisis. Preguntó cuál
había sido el aporte en favor de la humanidad de los grandes representantes del
comunismo o del socialismo del siglo veintiuno.
Y la respuesta fue: ninguno. Solamente crearon división y odios, mientras
empobrecieron a sus pueblos.
Los países comunistas que
mejor desempeño tienen, son los que han aceptado que ese modelo económico es un
fracaso. Tal es el caso de China y
Vietnam. Cuba está adoptando
progresivamente ese camino después del sufrimiento causado a su población
durante la dictadura de los hermanos Castro desde el año 1959.
El socialismo del siglo XXI es
sinónimo del socialismo del siglo XIX.
Jamás ha funcionado para el pueblo.
Los grandes ganadores son los dictadores que se perennizan en el poder
obrando como monarcas para controlar a su antojo los medios de producción y la distribución
de los bienes.
Por eso es importante analizar
sistemas económicos que sí mejoran la calidad de los países, ofreciendo
confianza para que la empresa privada pueda desarrollarse generando empleos que
permiten que las personas salgan de la pobreza.
Cada vez que se incrementan
los impuestos para mantener a un Estado que gasta más de lo que le ingresa, el
socialismo del siglo XXI pone al capital sobre el ser humano. Porque el socialismo del siglo XXI parte de la
premisa errónea de la inmovilidad social: creen que los pobres siempre serán
pobres y los ricos siempre serán ricos.
Según ellos, el Estado conoce lo que es bueno para el ciudadano común,
convirtiendo a los funcionarios públicos en seres superiores iluminados que
planifican nuestras vidas desde su trono, violentando la libertad individual.
Lo ideal es que la sociedad
ofrezca la mayor cantidad de oportunidades para que los pobres puedan
enriquecerse a través del emprendimiento o que salgan de la situación de pobreza
mediante los empleos creados por una empresa privada que crece constantemente
en un ambiente de confianza y reglas estables que fomenten el comercio. Hacia eso, con un gobierno más pequeño,
debemos encaminarnos.
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