ANA
Ya todo está jugado. Esos planes que sonaban bien: el buen vivir,
la soberanía que despreciaba a los inversionistas o a países desarrollados que
querían ayudarnos. La nueva Constitución
que iba a ponerle fin a la larga noche neoliberal. Hicieron todo lo que dijeron que iban a hacer
y estamos donde estamos. Ahora sabemos
que el socialismo del siglo XXI no funciona. No tuvo éxito en ningún país que
lo aplicó. Solamente desmejoró la calidad
de vida de las personas y favoreció a los comerciantes de Perú y Colombia. Un espejismo.
Al bajar el precio del petróleo, desenmascaró una administración pública
corrupta, que exige más impuestos para mantener su ilimitado nivel de gasto
improductivo. También benefició a
ciertos funcionarios, que mejoraron ostensiblemente su nivel de vida,
perjudicando a la mayoría.
La realidad es que la sociedad
civil es quien crea la riqueza. El
gobierno toma coactivamente una parte de ella vía tributos. Estamos de acuerdo en la existencia de un
gobierno eficiente que coordine y administre, pero este no puede ser castigador
y fomentar la envidia. Además, es uno de los que más ministerios y secretarías
con calidad de ministerio tiene en Iberoamérica. Su misión es que vivamos mejor, no lo
contrario. Queremos analizar propuestas
de crecimiento económico, no seguir escuchando a odiadores que solamente nos
ofrecen una certeza para el futuro: más impuestos.
Tomemos como ejemplo a
Ana. Una costurera que conocí. Le fue bien mientras la economía contaba con
la liquidez proveniente de los altos precios del petróleo. Tenía muchos clientes. Hoy está buscando un empleo a tiempo completo. Aspira ganar el salario básico
unificado. Hasta el año pasado, percibía
mucho más con los trabajos que realizaba sin relación de dependencia, pero
actualmente no tiene ingresos. Le llegó
la crisis que el gobierno no acepta.
Cuando al país le aplican
salvaguardias, restricciones comerciales, normas laborales inflexibles y exceso
de impuestos, los ciudadanos dejan de comprar o se van a Ipiales a hacerlo. Los servicios de Ana se convierten en un gasto
suntuario. La gente adquiere solamente lo necesario y Ana no consigue
trabajo. Fue una de las perjudicadas por
el manejo económico miope, que no impulsa la creación de prosperidad. Ese modelo que piensa que el Estado mueve la
economía, cuando es el ciudadano quien crea la riqueza. Un modelo que desconoce que los impuestos
encarecen los productos y servicios. Sin
crecimiento económico y con productos más costosos en comparación a otros
países, a las personas les queda poco dinero para pagar tributos, ser más
productivos o contratar a Ana.
Algunos están pensando en irse
y otros, ya se están yendo a países que piensan que el libre comercio es una
bendición. Si el socialismo del siglo
XXI triunfa en las próximas elecciones, tendremos una mayor fuga de
talentos. Nuevamente desmembrarán las familias. El oficialismo nos obligará a repetir la
historia de la época de la crisis bancaria.
Sin que exista necesidad. Después
de haber recibido la mayor cantidad de ingresos de la historia.
Soluciones existen: acuerdos de
libre comercio para vender a otros mercados, reducción de impuestos y del
tamaño del gobierno, eliminación de las restricciones comerciales, entre
otras. Para que volvamos a ser
competitivos y productivos. Pero la
terquedad ideológica puede más. Prefieren
llevarnos al abismo. Contamos los días
para que se vayan. Hasta eso, no queda
más que ser creativos para sobrevivir. Han
castigado a la cadena productiva y ahora la familia de Ana tiene poco dinero
para consumir y producir.
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