CUBRIENDO LAS ESPALDAS
Todo tiene un comienzo y un
final. Si no me cree, veamos lo que
sucedió en Argentina. El fin del
peronismo y el comienzo de las tendencias de libertad. Los gobiernos que restringen el libre
comercio comienzan a quedar aislados.
Aparentemente el oficialismo
local ha tomado nota. Tal vez por eso
intentan reformar las competencias de la Contraloría General del Estado, sin ir
al referéndum.
La reforma (mal llamada
enmienda) de los artículos 211 y 212 de la Constitución pretende eliminar la
auditoría de gestión. Me explico. Cuando una institución pública elabora un
presupuesto o contrata un proyecto, es a la Contraloría a quien le toca
verificar que sus administradores cumplan con lo establecido en ellos. La
reforma pretende evitar que se realice un control a la gestión, quedando la
Contraloría como una mera verificadora de la existencia de facturas para el
respaldo contable de los gastos.
Con esa reforma, que modifica
el alcance del organismo de control y sus atribuciones, la Contraloría no
podría analizar, como cualquier auditoria universalmente aceptada, si por
ejemplo se respetaron los procedimientos legales para los concursos públicos; o
si el presidente se extralimitó en los gastos internacionales suyos y los de su
comitiva o si algún funcionario público compró cosas que no se encontraban en
el presupuesto. También institucionaliza
el incumplimiento en el pago a los contratistas estatales, porque ante la falta
de control en la ejecución de los presupuestos y contratos, los servidores
públicos tendrían discrecionalidad sobre el uso de los dineros públicos. De nuestro dinero, pagado con esfuerzo, vía
impuestos.
Los informes de la Contraloría
han servido en los últimos cuarenta años como herramientas gerenciales. Que ayudaron al consejo directivo del IESS a
tomar decisiones o a permitir que un alcalde tenga la seguridad de que alguno
de sus directores de área haya ejecutado las contrataciones municipales respetando lo establecido en la Ley y los
procedimientos contractuales. Un buen
sistema de auditoria pública permite verificar que la rendición de cuentas sea
confiable.
Si esta reforma a la
Constitución es aprobada por la Asamblea Nacional, será el antecedente a la
posterior reforma de la Ley Orgánica de la Contraloría General del Estado, con lo
cual se eliminará la facultad establecida en el artículo 71 que ese organismo
tiene para pronunciarse sobre las actividades de la instituciones del Estado, y
los actos de las personas sujetas a esa Ley, así como para determinar
responsabilidades, en los últimos siete años contados desde la fecha en que se
hubieren realizado dichas actividades o actos; dejándolas sin castigo y
allanando el camino para que se realicen futuros ilícitos con el erario público,
mientras a la ciudadanía le exigen mayor tributación con el cuento de la
solidaridad.
Con esta reforma, la Asamblea
Nacional afectará las competencias de otros poderes del Estado, como la Función
de Transparencia y Control Social, de la que la Contraloría General del Estado
forma parte. Eso significa una
alteración de la estructura de poder del Estado, vulnerando los sistemas de
pesos y contrapesos esenciales en un Estado de derecho. Se requiere una reforma vía referéndum y no
una simple enmienda para que sea posible afirmar que en nuestro país existe
seguridad jurídica.
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