LIBERTAD ECONÓMICA
La apertura del gobierno hacia
la inversión privada es casi nula. Pareciera preocuparle poco. Reglamenta hasta cómo ir al baño, en lugar de
flexibilizar la legislación para que el sector privado pueda dedicarse a producir,
sin desperdiciar tiempo en cumplir la descomunal normativa que se exige para operar
en el país.
La alianza público privada
propuesta por el gobierno implica la creación de un nuevo ente burocrático: el
comité de alianzas público privadas. Lo
que se requiere es lo contrario: simplicidad.
Se puede aplicar lo determinado desde el artículo 41 hasta el 48 de la
Ley de Modernización vigente. Solamente
sería necesario que el Presidente promulgue los nuevos beneficios tributarios
que se aspira implementar; y, eliminar
todas las restricciones al financiamiento interno y externo que necesitan los
emprendimientos y las empresas. Sin
tanta vuelta.
El decreto 582, que reglamenta
la alianza pública privada es un impedimento más. Se lo debe derogar.
Con la caída del precio del
petróleo ha quedado claro lo que los revolucionarios no conocían: los precios
de las materias primas suben y bajan en el tiempo. Fue un desacierto pensar que un Estado se
puede mantener dependiendo de un producto: el petróleo, y que este siempre se
iba a mantener alto. En eso se
sustentaba el modelo fracasado de la SENPLADES.
Se debe fomentar la productividad
y restaurar la confianza. Eliminar el
discurso de confrontación que proviene de los poderes del Estado. Dudo, por ejemplo, que las empresas
petroleras quieran regresar. No fuimos
serios con ellas y existen mercados mucho más grandes que el nuestro. Colombia, sin ir muy lejos, produce un millón
de barriles diarios. El doble que
nosotros.
Es vital que no se limite al
emprendedor dentro del esquema de la matriz productiva. La innovación jamás
surgirá de esa manera. La exportación de
productos como las flores, banano, camarón, atún, cacao, café, etcétera, no
nacieron por iniciativa del Estado.
Surgió de emprendedores que se arriesgaron. No limitemos el ingenio a lo que algún
burócrata piense. Eso significa matar el
emprendimiento y creer que el comunismo planificador es un modelo exitoso.
El Estado debe convertirse en
un facilitador para la creación de nuevos negocios. A un país le va mal o bien por las políticas
implementadas por el gobierno. No existe
otro culpable. Ojalá que el gobierno escuche
a quienes generan prosperidad y no decida imponer el criterio de la tecnocracia
inexperta.
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