CAPITALISMO CRUEL
El límite al reparto de
utilidades establecido en el proyecto de Ley Orgánica para Justicia Laboral que
se debate en la Asamblea fija un techo de veinticuatro salarios básicos
unificados (US$ 8.160) en la participación de utilidades que el trabajador de
una empresa puede recibir. Los
excedentes a este monto pasarán al IESS.
Esto implicaría que esos trabajadores aportarían más al
financiamiento del sistema de seguridad
social, infringiendo la intangibilidad de derechos que la Constitución les
garantiza.
La justificación del poder
ejecutivo es que ciertos trabajadores ganan un monto excesivo en
utilidades. Por lo que asumimos que el
gobierno, en su infinita sabiduría, define el monto de dinero que alguien pueda
poseer sin que sea reprochable, poniendo límite a la generación de riqueza y a
la competencia. La justificación es que son pocos los
trabajadores que reciben utilidades altas y por eso es justa la reforma. Lo cual significa violentar el derecho
constitucional de la minoría. El nazismo
razonaba igual. El argumento criollo es que el exceso de las utilidades iría a
parar a las arcas del IESS, con lo cual, el tinglado oficial se disfraza como
loable.
El IESS está desfinanciado porque
el Estado no paga la parte proporcional de las pensiones que debe aportar por
orden de la Ley de Seguridad Social. En
el referéndum del año 1995, el Ecuador no aceptó que su Constitución determine
que “Toda persona tiene el derecho a escoger libre y voluntariamente que tanto
el régimen de seguridad social, como sus prestaciones y servicios estén a cargo
del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social o de otra institución pública o
privada. El sistema de seguridad social se
fundará en los principios de solidaridad y libre competencia”. Si hubiésemos aceptado esta opción, no
estaríamos sufriendo los abusos del monopolio que tiene el IESS, que a su vez
es aprovechado por el poder ejecutivo para financiarse. Se habrían multiplicado las Administradoras
de Fondos de Pensiones para fomentar el ahorro privado con rentabilidades
superiores a la inflación. Nuestros
problemas de salud serían atendidos por empresas de medicina prepagada de libre
elección que nos permitirían a los trabajadores recibir un servicio médico privado
de alta calidad basado en la libre competencia.
Quien lo hubiera querido, también tendría la opción de acceder a los
servicios del IESS. El proyecto de
Justicia Laboral busca ocultar la ineficiencia del sector público en la
administración del IESS y nos obliga a ser testigos del maltrato a los
jubilados y los trabajadores enfermos del Ecuador. Un gobierno que se desentiende de ese sector
para concentrarse en la captación de recursos para su propio beneficio es el
más cruel de los capitalistas.
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