HIJOS DE LA HISTORIA
Deambulando por Marsella nos
llamó la atención la majestuosidad de un edificio blanco. En la parte exterior mostraba grandes anclas
y una campana de buceo. Mi esposa y yo
nos detuvimos para descifrar el letrero.
Leímos que era la Cámara de Comercio e Industria (CCI) de
Marsella-Provenza. Pensamos que era
imposible que un gremio tuviera su sede en una edificación tan señorial. Decidimos ingresar para satisfacer nuestra
curiosidad. En la planta baja encontramos
una rueda de negocios en desarrollo combinada con la exhibición de
productos. Descubrimos que la CCI fue
fundada en 1.599 para defender los intereses del comercio y del puerto más
importante de Provenza y del Mediterráneo.
Tercero en importancia en Europa.
Fue la primera Cámara de Comercio que se constituyó en el mundo. Y como una forma de demostrar el poder de la
actividad, los comerciantes decidieron en 1.860 construir el palacio de La Bourse,
que es el edificio al que entramos. Su
interior se encuentra decorado con elementos alusivos al comercio internacional
y alberga al museo de la Marina y de Economía. En la
exposición contemplamos cuadros de embarcaciones y equipos de submarinismo que
abarcan diferentes épocas. La CCI administra el aeropuerto de
Marsella-Marignane desde el año 1934 y está dedicada a servir a las 73,600
empresas que apoyan su misión.
La ciudad no permite que los
marselleses olviden orígenes marineros que datan desde el año 600 A.C.. El museo de la CCI me hizo recordar la
tradición comercial que Guayaquil ostenta desde la época de la colonia. Especialmente como puerto y astillero
naval. Hoy es uno de los ocho puertos
más importantes de la región, aunque pareciera que lo hemos olvidado. Las alcaldías de León Febres Cordero y Jaime
Nebot recuperaron el orgullo de ser guayaquileño, pero no siento que las nuevas
generaciones reaccionaron cuando el gobierno central intentó limitar el puerto
de Guayaquil al cabotaje y turismo, desoyendo el pragmatismo y siglos de
historia de comercio marítimo.
¿Qué hubiera sucedido si el
gobierno central francés plantease lo mismo a Marsella? Una ciudad que recuerda
su estirpe naval en cada rincón.
Seguramente se habría generado una de aquellas protestas masivas que aterrorizan
al Estado francés. Eso no sucedió en Guayaquil. Probablemente porque estamos inmersos en el
comercio. Otras ciudades del Ecuador, con
menor tradición mercantil, enviaron a sus hijos a estudiar a universidades del
exterior carreras desvinculadas al comercio.
Los resultados se notan en el actuar de los funcionarios gubernamentales. Se debaten algunos temas de mayor
trascendencia y otros son aberraciones.
Somos hijos de un padre comerciante y una madre intelectual. Pronto veremos los resultados de esa
concepción. Esperemos sean
positivos. Hasta eso, las instituciones
y el empresariado guayaquileño son responsables de fomentar más espacios que
rememoren nuestro acervo, para preservar el futuro económico de la urbe.
Comentarios
Publicar un comentario