EL CONSEJO DE LOS MAYORES
Veo a los funcionarios
jóvenes de la revolución ciudadana. Nos
dicen que hay que cambiar. Que
nuestros mayores no son necesarios. Se olvidan que todos, si tenemos la suerte,
llegaremos a ser abuelos. Los ancianos
eran los consejeros de las tribus. Su
experiencia era valorada. Los
directorios de las empresas más importantes del mundo lo integran personas que
han tenido más éxitos, que fracasos. Pero
para lograr eso, se necesita vivir. Ser
más sabio que el año anterior. Mayor
cantidad de años nos aseguran más vivencias.
La veteranía de un graduado universitario, es poca. No ha experimentado. No conoce de lo que la condición humana es
capaz. Por eso escucho los consejos que
los mayores proporcionan.
Leo la Constitución. Hecha a la medida del partido
oficialista. En su artículo 36 declara
que “las personas adultas mayores recibirán atención prioritaria y
especializada en los ámbitos público y privado, en especial en los campos de
inclusión social y económica, y protección contra la violencia. Se considerarán personas adultas mayores
aquellas personas que hayan cumplido los sesenta y cinco años de edad’. Vi la campaña, financiada por nuestros
impuestos, en la que por cadena nacional y por disposición de la Secretaría de
Comunicación (SECOM) “La ciudadanía le habla a los medios”. En ella, un ciudadano declara que Alfonso
Espinosa de los Monteros, debería retirarse por su edad. Setenta y dos años. No comprendo por qué. Ni para qué.
Es una injuria. La afirmación
contraviene el derecho constitucional a la honra. Incurre en el linchamiento mediático tipificado
en el artículo 26 de la Ley de Comunicación promovida por este gobierno. Ante la presión generada en los medios
digitales, el secretario de comunicación pidió disculpas públicas al
periodista, pero el presidente no ve “dónde está el escándalo”. Nos avergüenza como sociedad. Las estadísticas afirman que la mayoría llegará
a esa edad. Estas cosas son como escupir
al cielo. Mejor preocupémonos por
asegurar fuentes de trabajo para adultos mayores capaces y en poner en práctica
los principios que nuestra Constitución declara líricamente.
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