EL BONO

En el debate organizado por la Cámara de Comercio de Guayaquil para que los candidatos a la presidencia de la República del Ecuador puedan exponer sus propuestas en democracia, se analizó el incremento del bono del desarrollo humano a la suma de cincuenta dólares.  Por eso quisiera examinar la forma en la que los gobiernos vienen afrontando la forma de asistir a los pobres.

Los seres humanos funcionamos con incentivos y desincentivos.  Cuando los estímulos para recibir un bono se incrementan, más personas estarán dispuestas a cobrarlo.  Por eso es que el gobierno declara que ha disminuido la pobreza, pero ha crecido el número de beneficiarios del bono.  Tradicionalmente, la persona que recibía asistencia social se sentía estigmatizada.  Un parásito que vivía de la producción, en lugar de contribuir a ella.  La visión clásica del trabajador social era la de ayudar a las personas que estaban pasando un mal momento económico  para que puedan producir lo más pronto posible.  Hoy los políticos presentan el enfoque inverso.  Tratan de que la mayor cantidad de personas reciban apoyo económico del Estado, financiándolo con más impuestos y apropiaciones inconstitucionales de la propiedad de terceros.  La propaganda constante proclama que es un “derecho” de estas personas el recibir el bono y es una “obligación” de las personas que producen el pagarlo; cuando lo que realmente les interesa a los políticos es captar los votos de los beneficiarios del subsidio.
El profesor Edward Banfield en su libro The Unheavenly City explica la importancia de lo que él llama la diferencia en la cultura de la clase alta y la clase baja.  Banfield no se refiere a los niveles de ingreso o estado social.  Sus definiciones se centran en las diferentes actitudes hacia el presente y el futuro.  Las clases altas y medias de Banfield tienden a planificar el futuro y establecer metas.  Son racionales y disciplinadas.  Las personas que integran la clase baja tienen una fuerte orientación hacia el presente, son caprichosas y hedonísticas.  No planifican, y por lo tanto, no les interesa conseguir un trabajo o hacer una carrera.  Son los motivos por los que tienden a ser pobres, desempleados y a vivir de la asistencia social.  Banfield cita descubrimientos del profesor Michael J. Piore sobre la razón por la que las personas mantienen un desempleo constante.  No es porque se les hace difícil conseguir trabajo o aprender habilidades necesarias para emplearse; sino la falta de interés de perdurar en los trabajos.  Estas personas están inclinadas al ausentismo, al abandono del puesto sin notificación previa, insubordinación y en algunas ocasiones: al robo.  La limosna indiscriminada empeora la situación.  Desmoraliza.  La verdadera caridad demanda amistad y el tipo de apoyo que induzca a un hombre a levantarse después de una caída.  Es importante reflexionar sobre esto en Navidad, porque debemos hallar la mejor forma de ayudar a nuestro país, por el bien de todos.

 

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