IMPORTANDO DELINCUENCIA

Terminé de leer el libro “More Guns, Less Crime” (Más Armas, menos Crímenes).  El autor, John R. Lott Jr.,  un economista que en su trabajo académico explica con cifras que el índice de delitos es menor en los estados de Estados Unidos de América en los que se permite portar armas con licencias.  El porcentaje de suicidio y accidentes con armas de fuego de portadores de permisos es bajo, pero son eventos resaltados por los medios de comunicación porque  incrementan las ventas.

Los modelos numéricos sustentan lo que el sentido común indica.  Los ciudadanos honestos tienden a obedecer las prohibiciones de portar armas y los delincuentes no.  Si esto no fuera real, los criminales serían incapaces de conseguir armas.  Cuando los delincuentes profesionales conocen que la población de nuestro país ha sido obligada a desarmarse, vienen para hacer de las suyas.  Es como poner un letrero diciendo “Los habitantes de esta casa no están armados”.  Un anuncio declarando lo contrario tiende a desanimar a los delincuentes.

Las armas son un igualador.  Permiten al débil equipararse con el fuerte.  El delincuente siempre busca al débil.  Muchas violaciones fueron detenidas por un disparo de las víctimas.  A la policía de los países desarrollados les toma, en una buena reacción promedio, seis minutos llegar al punto donde se originó la llamada de auxilio.  Un lapso que ha demostrado ser demasiado largo en cientos de miles de ocasiones.   Tiroteos masivos suscitados en diferentes lugares del mundo fueron detenidos antes del arribo policial, por personas que contaban con permisos para portar armas.

En países como el nuestro, donde la policía no cuenta con los recursos para llegar en breve al lugar del ataque, se debería permitir a los ciudadanos la tenencia de armas, y en especial, a los guardias de seguridad.   Obviamente aprobando las pruebas sicológicas y los cursos de tiro pertinentes.  Una medida lógica para reducir la delincuencia.  Los delitos disminuyen en los países que permiten portar armas porque la actividad criminal se vuelve más riesgosa.  Los delincuentes ignoran cuál de sus víctimas potenciales podría estar armada.  En cambio, las zonas libres de armas son un imán para los ataques mortales. 

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