OPORTUNIDAD
Es curioso que un país petrolero importe derivados,
como por ejemplo diésel y gasolina. Eso
convierte al Estado en el principal importador del país, pero además, el precio
de venta al público del diésel y la gasolina extra son subsidiadas, generando
un déficit en las cuentas públicas que se debe cubrir vía impuestos a los
ciudadanos.
Si tuviésemos precios liberados y libre importación de
combustibles, en este momento, que ha caído el barril del petróleo, el precio
de la gasolina estaría entre US$ 1,70 o $ 1,75 el galón, beneficiando al
consumidor. Pero en octubre decidimos
que preferíamos calarnos el déficit estatal de $4,491 millones a hacer lo
correcto y a aprovechar ventajas como las que menciono.
Otra opción es focalizar los subsidios de los
combustibles catastrando a los diferentes tipos de consumidores. Esa
información ya la tiene el Estado y puede ser mejorada. Aunque prefiero liberalizar la importación de
los combustibles.
Esto muestra la ineficiencia del Estado. Tiene el monopolio del petróleo, que es la
materia prima para producir los derivados, pero no puede producirlos. Sin contar que la producción petrolera está
en declive. Esos son los resultados de
la gestión de nuestros administradores de la cosa pública.
Nos llenamos la boca declarando que Ecuador es un país
petrolero. No obstante, Colombia, sin
alharaca, supera con creces la producción petrolera ecuatoriana y continúa
creciendo.
Valoro la paz que Lenin ha logrado y que se hayan
eliminado una serie de aberraciones del gobierno anterior, pero también
considero que se hubiera podido trabajar más en mejorar el entorno
económico. El modelo estatista y
proteccionista, en beneficio de pocos, ha colapsado. Debemos comenzar a pensar en un mundo que
usará energías alternativas.
Crear nuevos impuestos o solicitar su anticipo no es
una solución para lograr ahorro en el presupuesto nacional. Significa que la clase media y el sector
productivo pagan nuevamente los platos rotos.
El cambio constante en las reglas tributarias no permite planificar los
gastos del contribuyente responsable.
La crisis actual demuestra que no podemos basar
nuestro presupuesto en el petróleo. Es
una oportunidad para cambiar nuestro modelo de desarrollo a otro que se
sustente en la productividad, competitividad e innovación del sector
privado. Eso ha funcionado en los países
que tienen éxito.
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