URGENTE


Cristina Fernández de Kirchner dejó la economía de Argentina en las ruina.  Macri tuvo que subir el precio de los servicios públicos básicos, combustibles y la transportación porque los subsidios que había implementado el gobierno anterior, para tener contenta a la mayoría, eran insostenibles.  Al no existir los recursos económicos para mantener ese ritmo de gasto público, Argentina iba camino a convertirse en otra Venezuela.  Era lo único que cabía para evitar el colapso.

Y es allí donde surge la duda.  ¿Un gobernante debe preocuparse de la calidad de vida diaria de las personas o de los aspectos de la macroeconomía como el equilibrio fiscal? La respuesta es que ambos aspectos son importantes para el bienestar general.

El Ecuador tiene un Estado demasiado grande en comparación con su PIB, obligándolo a cobrar  impuestos, aranceles y trámites excesivos para poder nutrirlo.  La solución es reducir su tamaño y el nivel de compras públicas a precios de mercado.  En esos dos aspectos que las autoridades actuales no han tenido éxito.

Ahora, la reducción del tamaño del Estado seguramente mejorará las cifras macroeconómicas, pero no incrementará la cantidad de dinero que cada uno de nosotros tendría en los bolsillos ni disminuirá el creciente empleo inadecuado. Hay que ejecutar simultáneamente las dos acciones. 

Se requieren reformas económicas inmediatas que multipliquen nuestra competitividad.  Por ejemplo: la derogación del impuesto de salida de divisas y del anticipo de impuesto a la renta.  También hay que bajar los aranceles y eliminar los trámites ineficientes como los que nos propone el INEN o los que se exigen para emprender e invertir. 

El desafío de las autoridades de elección popular es facilitar el acceso de las personas al empleo adecuado a través de nuevas modalidades de empleo adecuado que no resten derechos a las actuales.  Después de todo, su lema de campaña fue incrementar el empleo y sucede lo contrario.

No estamos en la situación económica de Venezuela, porque el dólar evitó las devaluaciones y la emisión inorgánica de dinero que el socialismo correísta tanto pedía en sus discursos para que, una vez con moneda propia, poder incrementar aún más el gasto populista, como lo hicieron los Kirchner, Chávez y Maduro en sus respectivos países. 

Si bien se ha corregido el rumbo económico ecuatoriano, las cifras muestran que no se ha ejecutado lo suficientemente rápido para mejorar.

Las reformas planteadas en esta columna permitirían la creación de un círculo virtuoso sostenible que fomente la competitividad, el crecimiento de las empresas y con ello, el empleo adecuado, consumo y mayor tributación.  Todos ganamos.  ¿Cuándo comenzamos?

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