EVOLUCIÓN
Uno de los principios que
habría que comenzar a respetar en este país es la garantía constitucional y el
derecho humano, según el cual, se presume la inocencia de las personas hasta
que no se declare su responsabilidad mediante resolución firme o sentencia
ejecutoriada. Y siempre luego de haberse cumplido el debido proceso y el derecho a la defensa.
Desafortunadamente, ciertos
políticos ecuatorianos legislan pensando en el refrán “cada ladrón juzga por su
condición”. Si los legisladores partieran
de la premisa de que la mayoría es honesta, todo fuera más fácil porque
justamente es así: la mayoría de ecuatorianos es gente honesta. Veríamos mejoras sobre todo en trámites para que un
negocio nazca y prospere. Se reduciría
la tramitología si nos rigiéramos por ese razonamiento.
Chile comprendió esto muchos
años atrás. Declarar el impuesto a la
renta ante el Servicio de Impuestos Chilenos (SII) es sencillo. El proceso se puede realizar en cinco minutos
usando una computadora o un teléfono inteligente. No se requiere un contador, ni un experto en comercio exterior, y se puede pagar en
línea. Todo está previamente preparado
por el SII.
Es por el derecho a la
presunción de inocencia también, que los aranceles chilenos promedio son del 1
%. Los aranceles bajos desmotivan el
contrabando y la defraudación aduanera.
Un arancel similar para todos los productos simplifican los planes de
negocios, porque no hay que buscar el arancel para cada ítem que se quiere
importar, como ocurre en nuestro país, y lo más importante, no encarecen el
precio final de los mismos, haciendo que el chileno tenga acceso a los mejores
productos del mundo al precio más accesible.
El arancel promedio en Ecuador es del 12 %, pero además hay una enorme variación en los tributos aduaneros, según cada una de las miles de partidas que existen, dificultando así el proceso de importación.
¿Cómo hacen los chilenos? El
Servicio de Aduanas de Chile cruza información con el SII, y si alguien (la
excepción) es detectado cometiendo alguna ilegalidad aduanera o tributaria,
respectivamente, será sancionado con todo el rigor de la ley. Eso evita la competencia desleal y envía un
mensaje claro a la sociedad sobre el comportamiento que se espera de cada
ciudadano.
No tiene sentido seguir
legislando para casos de excepción – para la minoría. Nos perjudica a todos. Lo contrario, legislar para la mayoría, beneficia
al Estado, las empresas, al contribuyente y al consumidor. Es hora de evolucionar para que se le
facilite la vida al ciudadano común.
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