LA ISLA DE LA PLATA
Aprovechando el feriado de la independencia de
Guayaquil, fui a bucear a la Isla de la Plata.
Teníamos que zarpar desde Puerto López, así es que llegamos a dormir en
Olón en la hostería Cuna Luna el sábado 7 de octubre.
Al día siguiente, partí temprano para Manabí y arribé
con la anticipación suficiente para desayunar lo que más me gusta antes de
bucear en Ecuador: dos sánduches mixtos, un batido de tomate de árbol y un café. Todo eso en una choza en la playa. En pantalón de baño, chompa y sin
zapatos. Como debe de ser.
Los buzos fueron apareciendo poco a poco en Exploramar
Diving. Nos fuimos conociendo. La mayoría eran quiteños. De hecho, era el único guayaquileño. Pronto nos hicimos amigos. El tener un interés común, elimina los diferentes
antecedentes. En el buceo, las personas
terminan sin disfraces. Después de todo,
en el bote es imposible ocultar algo.
Nos tenemos que sacar casi toda la ropa para ponernos los equipos de buceo
y apoyarnos para que las inmersiones salgan bien.
Fui sin expectativas.
Solamente quería bucear y vivir la experiencia que implica ser parte de
la comunidad de buceo: bromas e historias durante todo el trayecto en el bote.
La época de ballenas jorobadas y mantarayas gigantes
es desde julio hasta septiembre. No
obstante eso, tan pronto recalamos en la isla después de una hora de
navegación, avistamos dos ballenas cerca y varias saltando a lo lejos. Su
majestuosidad gigante nos ubicó en nuestro lugar dentro de la naturaleza. Lo
mismo ocurrió durante el regreso a Puerto López.
Mientras navegamos al lugar de buceo, también
observamos tortugas marinas en la superficie, piqueros patas azules y rojas,
albatros, fragatas y pelicanos.
Todo esto me animaba cada vez más y al poco tiempo de
habernos sumergido tuvimos un encuentro con dos mantarayas gigantes. Son animales tremendamente inteligentes que
buscan contactarse con los buzos.
En el siguiente buceo vimos dos mantarayas más junto
con una tortuga, además de varias escuelas de peces. Los colores de la flora y fauna a 80 pies de
profundidad seguían siendo majestuosos.
Escribo esto porque muchos ecuatorianos ignoran que en
la Isla de la Plata se encuentra la mayor concentración de mantarayas del mundo
o que este espectáculo submarino que acabo de describir es común.
En el globo, existen pocos paraísos de buceo de
calidad similar y en cierta manera, después de décadas de bucear allí, me
alegro que siga siendo un tesoro protegido por el Parque Nacional Machalilla.
El lugar tiene leyendas. La más llamativa es que sir Francis Drake y
otros corsarios escondían allí los botines arrebatados en alta mar, además de
ser un lugar donde carenaban sus embarcaciones.
En diferentes épocas, varios arqueólogos, entre los
que destacan George Dorsey, Francisco Huerta Rendón, Emilio Estrada Icaza y
Presley Norton, encontraron en la isla vestigios de la cultura de Bahía de
Caráquez.
En definitiva, la Isla de la Plata ofrece un paraíso
para el turismo, que ese feriado, me hizo feliz.
De ninguna manera es el “Galápagos de los Pobres” como
se lo ha denominado con la comicidad que tenemos los ecuatorianos en todos los
aspectos de nuestras vidas. Es uno más de
los maravillosos paisajes que el Ecuador tiene para ofrecer si creamos el
ambiente de negocios adecuado.
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