CACEMOS RATONES
Para el año 2017, el Banco
Mundial proyecta un decrecimiento de la economía ecuatoriana del 2.9 %. El FMI
el 1.6 %. Entre marzo del 2016 y marzo de este año, trescientas setenta y siete
mil personas pasaron al subempleo. La tasa de subempleo es la más alta en los
últimos diez años.
Los candidatos presidenciales ofrecían
la creación de doscientos cincuenta mil empleos anuales. La promesa resulta insuficiente: solamente el
año pasado se perdieron doscientos cuarenta mil empleos adecuados, mientras
doscientos veintisiete mil nuevos trabajadores ingresaron a la población
económicamente activa (PEA). Estos
flamantes trabajadores son jóvenes que hacen que el porcentaje de empleo
adecuado de la PEA siga cayendo.
Las compañías venden menos
como consecuencia de elevada carga impositiva, las salvaguardias, la
inflexibilidad laboral, la corrupción y la excesiva tramitología. Todo esto significa
gastos para las empresas. Esos costos se
suman al precio de los bienes y servicios.
Resultado: los productos terminan siendo caros y por ende, dejan de ser
competitivos. Los precios elevados
merman el poder adquisitivo de los consumidores y se produce un círculo no
virtuoso que concluye en la reducción del porcentaje de empleo adecuado.
El socialismo del siglo XXI
nos ha convertido en un país caro en dólares. Los turistas nacionales y extranjeros
prefieren ir a otros destinos, para obtener más por cada dólar. Pero no solamente estamos perdiendo la
oportunidad de captar los dólares del turismo receptivo vacacional, sino también
el de los inversionistas extranjeros.
Tenemos que competir con otros
países y lo hacemos mal. La inversión
extranjera en el año 2015 fue de un mil trescientos veintidós millones de
dólares. En el 2016 bajó a la
mitad. Perú, Colombia y Chile reciben
miles de millones de dólares más. Esos
países sí pelean por seducir al capital extranjero. Aquí, los asambleístas salientes hacen lo
contrario. Se dan el lujo de eliminar los incentivos que generan doce tratados
bilaterales firmados para atraer inversión extranjera. Tratan de bloquear la gestión del presidente
entrante.
La inversión extranjera directa
protegida por los Tratados Bilaterales de Inversión crea empleos adecuados, que
son que los ecuatorianos queremos: con cobertura de seguridad social y los
beneficios del Código de Trabajo. No nos
interesa estar en el subempleo (informalidad).
Ocho de cada diez empleos formales son satisfechos por el sector
privado. Los empresarios quieren crear
más fuentes de trabajo, pero para lograrlo se precisa que el Estado mantenga
reglas claras que se respeten en el tiempo.
Seguridad jurídica que les permita a las empresas crecer, mientras el
gobierno cesa el despilfarro.
En este panorama asume el
mandato un nuevo presidente. Una
personalidad diferente. Tiene la
oportunidad de pasar a la historia si recupera la economía de un país rico,
pero mal administrado. Puede seguir el ejemplo de Deng Xiaoping,
quien a finales de los años setenta realizó reformas para liberar la economía
socialista. Eso le permitió a China alcanzar
el crecimiento económico actual. El
trabajo de Deng Xiaoping se resume en su frase: “no importa el color del gato,
sino que cace ratones”.
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