ECUADOR QUIERE RESPUESTAS
El artículo 115 de la
Constitución determina que “El Estado, a través de los medios de comunicación,
garantizará de forma equitativa e igualitaria la promoción electoral que
propicie el debate y la difusión de las propuestas programáticas de todas las
candidaturas.”
El debate es una garantía que
consta en la Ley Suprema vigente y hasta que no sea enmendada porque a alguien
no le gusta la palabra debate, debe obedecerse.
Las elecciones son el momento cumbre de la incidencia ciudadana y por
eso la Constitución lo impulsa como una forma de intercambio de ideas para que
los votantes podamos elegir con conocimiento de causa en un ambiente de diálogo
con respeto.
El Ecuador quiere respuestas
sobre temas que afectan nuestra situación de acuerdo a diversos estudios. Cuestiones como la seguridad y el consumo de
drogas; el mercado laboral; la corrupción; la seguridad social; la política tributaria;
reglas macroeconómicas; gobernabilidad, la libertad de expresión y opinión. Tenemos derecho a conocer sus opiniones sobre
estas materias si quieren dirigir el destino del Ecuador.
Es vital analizar cómo se
desenvuelven quienes aspiran a ser nuestro mandatario cuando se confrontan ideas. ¿Son irascibles? ¿Intolerantes? La vida de
los presidentes de una nación no se desenvuelve contando chistes ante una
audiencia sumisa, sino exponiendo la posición del país ante foros
internacionales o ambientes difíciles en los que no todos opinan como el
mandatario que sustenta una tesis. Es
parte de las responsabilidades del trabajo para el cual los postulantes quieren
que los contratemos vía elecciones. En un debate sabremos si existe la
posibilidad de elegir a un estadista o a un ignorante en asuntos de Estado sin
capacidad para ejercer el cargo.
La Cámara de Comercio de
Guayaquil solamente es una facilitadora para que los electores podamos conocer
esta información. Más allá de que su
organización es una tradición de una institución centenaria de la ciudad más
poblada, el debate no es del gremio, es de los medios de comunicación y de los
dieciséis millones de ecuatorianos. Cada
persona sacará sus propias conclusiones después de escuchar a los aspirantes. Una oportunidad sinigual para que los
candidatos puedan enviar su mensaje al mundo a través de los medios de
comunicación tradicionales y no tradicionales.
El éxito de esa misión dependerá del talento individual. De nadie más.
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