EL LUCRO
Un amigo me comentó que había
perdido a su principal cliente porque este iba a usar los servicios que la
empresa de mi amigo provee, pero con su competencia en Perú. Resulta más económico para su cliente. Con esa pérdida, quedan en riesgo cientos de
puestos de trabajo ecuatorianos.
No firmarnos acuerdos de libre
comercio en su momento con la Unión Europea y con Estados Unidos, nuestro
principal socio comercial. Perú y Colombia sí lo hicieron. Eso permite que los bienes de capital y
materias primas que requerimos importar para producir sean más caros, pero
además pone en riesgo los mercados que el sector privado consiguió con sudor y
riesgo. Hoy esos compradores, podrían
ser arrebatados por nuestros competidores debido a la inacción gubernamental.
En los últimos nueve años se
han encarecido en un 45 % los precios de los productos y servicios. Gracias a las veintisiete reformas a leyes
tributarias y a las veinticinco reformas a los reglamentos tributarios. Estos incrementos también fueron causados por
los cupos, normas técnicas, salvaguardias y acuerdos ministeriales. Tampoco podemos olvidar la mayor
inflexibilidad laboral impulsada por el gobierno desde la Asamblea de
Montecristi. Todo eso ha motivado el
aumento de precios y por ende, la falta de competitividad. No hemos hecho nada por promover la
productividad, sino lo contrario.
Estamos lejos de alcanzar el
buen vivir. Con el exceso de impuestos,
salvaguardias y exigencias, han logrado que los consumidores dejen de comprarle
a las empresas formales que confiaron en el país. Generando que los consumidores acudan al
contrabando para satisfacer las necesidades familiares a las que ya no pueden acceder
en el mercado formal por su elevado precio, perjudicando al Estado, a la
empresa formal y al empleo.
La legislación de la última
década incrementó la tramitología y las obligaciones de los negocios, haciendo
que sea difícil emprender. Por eso existe
tanta informalidad.
Después de no haber creado ni
una fuente de empleo adicional desde que gobierna el socialismo del siglo XXI,
podemos decir que ese modelo económico ha fracasado en permitirles a más
ecuatorianos ejercer el derecho de mantener a nuestras familias. Tampoco tuvo éxito en ningún otro lugar que
fue implementado.
Los únicos ganadores son
ciertos funcionarios públicos que han lucrado, pero con nuestro dinero. Ellos gastan a manos llenas el producto de
nuestro trabajo, recibido vía impuestos.
El sector privado busca la rentabilidad, pero debe convencer a los
consumidores para que mediante precios competitivos y buen servicio decidan
comprarlos. Cuando el Estado tiene
déficit, aplica una fórmula sencilla: sube los impuestos y nos obliga a
pagarlos. Así, los servidores públicos
podrán, sin esfuerzo, seguir lucrando de nosotros: la sociedad civil. Esa es la gran diferencia entre los dos tipos
de lucro: el de los servidores públicos y el de los emprendedores.
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