EDUCANDO SOCIALISTAS
Durante entrevistas en diferentes
radios, oyentes llamaron a solicitar que los comerciantes no transfieran los
impuestos a los consumidores. Un ejemplo
de cómo la izquierda ha promovido exitosamente sus ideas. Esto quiere decir que el público percibe que los
comerciantes son los culpables del aumento de precios, cuando es al gobierno
del socialismo del siglo XXI a quien hay que implorarle clemencia para que no siga
elevando la carga tributaria para sustentar el gasto público improductivo. Los puntos de venta al público y la cadena de
producción que los aplican también son perjudicados. El Estado los obliga legalmente a cumplir los
incrementos, ocasionando la reducción de sus ventas, rentabilidad y
competitividad.
El socialismo del siglo XXI
debe alejarse de los centros educativos, porque los alumnos están recibiendo
información que postrará su futuro. La
izquierda teme a los libre pensadores. Requiere corderos dogmatizados que
acepten sus ideas fracasadas sin objetarlas. Por eso es vital que participemos
en la batalla de las ideas, fomento de la institucionalidad y liderazgo. No podemos permitir que coaccionen a las
autoridades de los centros de educación so pena de perder los permisos de
operación para que la ideología del poder influya en el pensamiento de los
estudiantes.
Nuestro silencio nos
convertiría en cómplices. Tenemos la
responsabilidad de cumplir ante nuestros descendientes. No importa que parecieran no existir
resultados favorables. El muro de Berlín
cayó después de una serie de leves martillazos a lo largo del tiempo.
Un padre de familia tiene que
viajar hasta Ipiales para comprar útiles escolares por US$ 70.00, cuando aquí,
esos mismos útiles cuestan US$ 300.00.
Gracias a la educación socialista, a estos padres responsables los
acusan de traidores a la patria, cuando los verdaderos traidores son los
gobernantes que imponen salvaguardias, cupos, normas técnicas, restricciones al
libre comercio y exceso de impuestos para cubrir su negligente administración
pública. El resultado es la fuga de
dólares, contrabando, desempleo, menor recaudación tributaria, castigo al
consumidor y a la empresa formal que confió en el país.
Requerimos soluciones de fondo
para no terminar como Venezuela.
Solamente la fortaleza del dólar nos ha salvado. Si fuera cierto que la devaluación es la
solución, Maduro ya habría ganado varios premios Nobel en economía y Venezuela sería
potencia mundial en exportaciones. Pero
ocurre lo contrario. Vamos por mal
camino. Requerimos abrirnos al mundo
globalizado, bajar los impuestos y hacer todo lo necesario para captar
capitales.
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