DISCURSO ROTO

Cuando somos testigos de una Argentina venida a menos, surgen interrogantes sobre las causas de su declive.  En el año 1928, ese país era considerado la sexta potencia mundial.   En 1948 pocos eran los analfabetos y la población universitaria era la más alta del mundo.  A partir de esa época, comenzó a ser gobernada por populistas.  Personas capaces de decir lo necesario para complacer a las masas y perpetuarse en el poder.  Por eso es que cuando la presidente de un congreso es capaz de declarar “que los pobres coman pan y los ricos coman mierda”, nos preocupamos.  Comprendemos que es un ser político tratando de complacer a una mayoría de votantes, pero nos recuerda el caso de nuestra querida Argentina.  Lo que puede suceder con una nación gobernada por el desacierto.

Manifestaciones de ese tipo le hacen daño al país.  Alejan a los inversionistas internacionales.  Desestabilizan.  Ofenden.  Dividen.  Quisiéramos escuchar discursos que nos inspiren a construir y progresar en equipo.  Las declaraciones de las autoridades tienen que ser previamente preparadas.  Breves.  Sin margen a una interpretación equivocada.  Nuestros representantes no son personas comunes.  Lo que declara públicamente un dirigente de alto nivel trasciende.  Revela nuestro futuro.  La funcionaria se ha disculpado y la congratulamos.  Esperemos que otros aprendan de su error.  Intentar controlar los medios de comunicación en el siglo veintiuno no elimina la posibilidad de proclamaciones como estas.  Serán difundidas por medios públicos, privados y comunitarios.  El pueblo juzgará, como lo hizo en este caso.  Los políticos deberían comprender que su reelección depende exclusivamente de las obras, beneficios y servicios que puedan proporcionar para lograr la prosperidad general.  Las canalladas perjudican a la nación entera.