LA REPÚBLICA
Si un presidente logra
convencer al público de que existe una guerra, obtendrá mayor poder. Derribará derechos constitucionales y el
poder fluirá hacia quien ejerce las funciones de comandante de las fuerzas
armadas y la policía: el presidente de la república. Es por eso que los presidentes modernos
suelen referirse a problemas sociales y económicos en términos militares: guerra
contra las drogas, guerra contra la pobreza, soberanía alimentaria, soberanía a
secas, sectores estratégicos, etcétera. Esta
lucha por adquirir mayor poder debería ser limitada por los contrapesos de las
demás funciones del Estado. El que un
hombre acumule los poderes de la función judicial, legislativa, ejecutiva,
transparencia y electoral, penetra en el ámbito de la definición de
tiranía. La república se fundó con la
intención de que cada función resista las invasiones de las otras. La ambición debe contrarrestar la ambición. El republicanismo es un sistema político basado
en el imperio de la ley (Constitución) y la igualdad ante la ley como una forma
de detener los abusos de personas que tienen mayor poder, del gobierno y de las
mayorías, con el objeto de proteger los derechos fundamentales y las libertades
civiles de los ciudadanos.
Los diputados constituyentes
que estructuraron las diferentes Constituciones nunca tuvieron en mente que un
populista presidiera la función ejecutiva.
No aspiraban a que un jefe de Estado crea que por haber ganado elecciones
populares, se sintiera con el derecho de imponer su visión personal y a
movilizar a sus seguidores para consumar objetivos que no siempre benefician a
sus mandantes. Tampoco querían que el
presidente sea una persona que use un lenguaje y estilo favorables a sus
ambiciones, y que cuando lo considere conveniente, eluda a los miembros de un
cuerpo colegiado, como la Asamblea, para promulgar políticas que proyectan su
visión personal. Ese accionar no era considerado
una virtud, sino una amenaza para el país.
Monica Lewinsky ayudó a desmitificar el trabajo de los presidentes. Los jefes de Estado no son salvadores inmaculados
con poderes divinos.
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