LA NAVIDAD
Mi oficina está ubicada en una zona de alto movimiento comercial, por lo que experimento la parte fea de las fiestas de fin de año. A ese factor tengo que sumarle el hecho de que no soy un comprador compulsivo, lo que me convierte en un gruñón navideño a principios del mes de diciembre. Afortunadamente, a partir de esa fecha, comienzo notar detalles que me alejan de la presión consumista que los medios ejercen sobre nosotros. La ilusión de los más pequeños; el afán de ayuda al prójimo; las reuniones que nos acercan a colaboradores con los que hemos trabajado durante todo el año y las veladas con amigos para celebrar la vida que nos ha tocado compartir. Son cosas que me sacan de mi estatus de aguafiestas temporal en una época que no debería medirse en función del mayor gasto, sino en encontrar el verdadero espíritu navideño. Este mes me recuerda la obligación de entregar lo mejor de mí a quienes me rodean. No siempre lo logro, pero por lo menos, moriré sabiendo que lo intenté.
El año pasado, Ximena, una amiga de mi esposa, organizó una fiesta de Navidad para los niños de una escuela del cantón Pedro Carbo. No pensaba ir, pero cuando noté el tiempo que las dos invirtieron en comprar los juguetes, clasificarlos y guardarlos durante las semanas anteriores, no pude soportar la idea de no asistir. Me sentí bendecido por la oportunidad de conversar y sonreír con niños que me acogieron inmediatamente. Feliz por ver cómo nuestros hijos, en conjunto con otras personas que conocimos allí, se encargaron de alegrar la vida a esos niños, que por lo menos, en esa Navidad tuvieron su fiesta. No solamente entregaron regalos y comida. Les organizaron juegos, bailaron y rezaron con ellos. Este año Ximena ha organizado algo similar en la Prosperina. Ya estoy confirmado.
Todo esto me lleva a reflexionar que es inconcebible que quienes ostentan el poder no hagan lo suficiente. Se encuentran atrapados en su dogmatismo y en algunos casos, en el afán del enriquecimiento ilícito. ¿Cómo es posible que seamos ineptos para generar nuevos empleos para los desocupados? Nuestros hermanos ecuatorianos. Tenemos que seguir luchando por un país unido que se enfoque en el desarrollo con optimismo. Que nos permita tener una gran clase media con niños sanos, educados y felices. No importa si Papá Noel llega o no el día de Navidad. Solamente que podamos vivir juntos en paz. Colmados de amor.
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