16 CANDIDATOS EN DEBATE
La mayoría de los 16 candidatos a la presidencia de la República, carecen de posibilidades reales de ser electos, pero la promoción electoral de estos candidatos es sufragada con nuestros impuestos, recursos que deberían destinarse a obras públicas, seguridad ciudadana, salud y educación, por ejemplo. Es crucial reformar la Constitución y el Código de la Democracia para que la financiación provenga de aportes privados de aquellos que realmente creen en las propuestas de los candidatos, en lugar de cargar este costo a la ciudadanía.
Otro aspecto para considerar en la reforma es la
presencia de candidatos que surgen de partidos de "alquiler", sin un
compromiso ideológico real, que buscan restar votos a aquellos con mayores
posibilidades.
Con un número tan elevado de candidatos, es difícil
que cada uno exponga sus propuestas claramente. Esto no solo alarga
innecesariamente los debates, sino que también dificulta a los votantes verlos
en su totalidad.
Muchos de estos candidatos prometen regalos
irrealizables, para un Estado deficitario cerrado a la inversión privada. Es determinante elegir personas con
experiencia y conocimiento real de la administración pública, con excelentes
equipos de trabajo. Requerimos líderes que comprendan la realidad económica del
país, especialmente tras un año de decrecimiento. No existe espacio para
promesas vacías, porque la realidad demanda aperturas hacia el comercio y la
libertad económica.
Los candidatos de la derecha deben ser más frontales y
coherentes en la defensa de sus propuestas, cumpliéndolas una vez en el poder.
Hemos sido testigos de promesas traicionadas, como la reducción de impuestos
que se transforman en aumentos. Si tanto la derecha como la izquierda
implementan políticas fiscales similares, ¿en qué se diferencian?
Es crucial que los votantes utilicemos el debate como
una herramienta de diálogo social. Un debate genuino refleja una sociedad
abierta, en contraste con los regímenes cerrados donde la voz de los políticos
ordena. La esperanza radica en la posibilidad de elegir candidatos que, más
allá de sus discursos, busquen el bienestar de la nación.
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