LA FILANTROPÍA GUAYAQUILEÑA: ESPERANZA Y PROGRESO
Guayaquil ha cultivado una tradición de filantropía. En el siglo XIX, surgieron organizaciones que fundaron hospitales, escuelas y hogares de beneficencia, que dependen de las donaciones y voluntariado. En los siguientes siglos, la filantropía se expandió con más fundaciones y programas de voluntariado.
Son instituciones como el Benemérito Cuerpo de
Bomberos de Guayaquil (1835), la Sociedad de Beneficencia de Señoras de
Guayaquil, la Junta de Beneficencia del Ecuador, SOLCA, Fasinarm, la Fundación
de Damas del Honorable Cuerpo Consular y Acorvol, entre otras, las que hacen
brillar el altruismo guayaquileño. Estas
ONGs son pilares en la atención de emergencias, educación, salud y más,
demostrando que la unión ciudadana es capaz de gestar transformaciones
profundas, especialmente en ámbitos donde el Estado enfrenta desafíos para
ofrecer soluciones efectivas.
Sociedad de Beneficencia de Señoras de Guayaquil, con
146 años de labor, administra una red de seis unidades educativas donde ofrecen
educación integral y formación católica a casi 6000 alumnos.
Junta de Beneficencia del Ecuador, desde 1888, es
un referente de ayuda social, gestionando hospitales, orfanatos y programas
educativos que benefician a miles de ecuatorianos.
SOLCA, lucha contra
el cáncer desde 1957, brindando atención médica especializada y apoya a
pacientes y familias, convirtiéndose en un baluarte en la prevención y
tratamiento de esta enfermedad.
Fasinarm: desde 1969 se dedica a la atención
integral de personas con síndrome de Down y otras discapacidades, promoviendo
su inclusión social y el desarrollo de sus habilidades.
Banco de Alimentos Diakonía trabaja
incansablemente desde el 2010 para combatir la pobreza y el hambre, asegurando
que los recursos lleguen a quienes más los necesitan.
La labor filantrópica en Guayaquil es un modelo de
solidaridad que merece ser replicado porque resalta la capacidad de la sociedad
civil para impulsar el progreso social a través de diferentes organizaciones y
donaciones. Estas actividades podrían
fomentarse con una mejor reglamentación para deducir impuestos de los donantes que
ayudan a los más vulnerables y a la restauración de la seguridad ciudadana.
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