LOS CARA DE TUCO
Como buen izquierdista
latinoamericano, intentó disolver el Congreso porque los legisladores iban a
votar una moción de vacancia en su contra tras haber sido acusado por la
Fiscalía peruana de ser presunto cabecilla de una red de organización criminal,
tráfico de influencia y colusión. Al escribir este artículo, el expresidente
Pedro Castillo descansa en el penal de Barbadillo, acusado también de rebelión.
La noticia recuerda a políticos
de nuestra historia antigua y reciente. Asambleístas que quieren destituir
ilegalmente al presidente electo para beneficiarse. Un exvicepresidente
excarcelado sin pagar los $ 8,2 millones que adeuda al Estado. Líderes de movimientos
campesinos que solicitan préstamos y luego amenazan con paros para no pagarlos.
La función Judicial no
administra justicia, enviando el mensaje de que la corrupción y los sabidos se
salen con la suya y por lo tanto vale la pena serlo. No resuelve conflictos de
la vida diaria de la ciudadanía o del comercio, generando un tufo a
incivilización, en que las reglas se incumplen y no existe quien exija su
cumplimiento.
Nos quejamos de la integración
de la Asamblea, pero estamos correctamente representados. Lo mismo en las demás
funciones del Estado, con excepciones. Y no olvidemos a los funcionarios
públicos que dejan el saco por la mañana en la silla y regresan por la tarde a
marcar tarjeta, con sus puestos blindados por la Ley Orgánica de Servidores
Públicos, haciendo complicada la reducción de un Estado gigantesco en relación
con el PIB, y mientras los contribuyentes pagamos su sueldo sin recibir
contraprestaciones.
A esto se suman los
narcopolíticos, que harán todo para que la delincuencia organizada prospere. En
Perú, a los políticos delincuentes, el poder Judicial los sanciona. Aquí un
expresidente del Banco Central, con título de economista falsificado,
sentenciado por peculado y enriquecimiento ilícito fue a un matrimonio en el
exterior y no volvió. Lo detuvieron las autoridades gringas. Y una cara de tuco
se asila en una embajada por delitos comunes. Y un liberado por un juez de
Paján se suma a la larga lista de “malas interpretaciones y omisiones”
judiciales y administrativas que evidencian la necesidad de recomponer cada una
de las funciones del Estado, con más esfuerzo que el que les tomó a los
criminales descomponerlas.
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