CIUDADES FELICES
Cuando
alguien quiere hacerme sentir viejo recuerdo que soy un sobreviviente. Tengo algunos amigos muertos. Todavía sonrío rememorando a los
revolucionarios que aseguraban que había que romper todo para comenzar
nuevamente porque ellos eran jóvenes.
Hoy los noto avejentados reconociendo su error.
Lo
único cierto es la muerte. La
incertidumbre radica en la fecha. Lo
escribo con el fin de animarnos a vivir cada segundo al máximo. Impulsando la intención de mejorar la vida de
los que están a nuestro alrededor y de ser felices. La felicidad no radica en la juventud, sino
en la forma de vivir cada segundo. Me
apenan los adultos mayores a los que han convencido de que son incapaces de disfrutar
y que solamente esperan su fallecimiento.
Los
seres humanos requerimos techo y alimentación. Lo demás suma y se agradece. Una mejor sociedad implica desarrollar
ambientes más sanos. Espacios que permitan
aprovechar los paisajes. Planeación
urbana. Es vital que nuestras ciudades
sean inclusivas, accesibles, seguras y sostenibles. Vivimos encerrados entre muros que no nos permiten
ver el horizonte. Bloquean la visión y
la posibilidad de pensar sin límites. El
desarrollar nuestras facultades deportivas.
Se requieren parques, rehabilitar nuestros ríos, esteros y canchas con
fines recreativos y turísticos. Aunque
es incuestionable que la revolución digital facilitó nuestras vidas, a veces la
tecnología nos aleja de la naturaleza y también de los que están cerca. De la alegría que emana de las reuniones
personales. Estamos diseñados para desenvolvernos en espacios abiertos (ahora
con wifi público).
El
verdadero liderazgo involucra dirigir equipos.
Hago un llamado las autoridades de los Gobiernos Autónomos seccionales a
liderar un cambio que mejore la calidad de vida de los ciudadanos de todas las
edades que habitan en sus respectivas jurisdicciones, especialmente la de los
que viven en espacios reducidos y barrios marginales.
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