PERROS DE LA GUERRA
En el pasado, el liderazgo de las autoridades públicas
no se basaba en lo que las encuestas determinaban diariamente. Hoy, sí. Los líderes políticos actúan en función a las
emociones que las redes sociales proyectan.
Los razonamientos y los principios quedaron a un lado. Esta actitud refleja la complejidad de
definir una identidad en la época de los medios sociales.
Las comunicaciones globales y las redes financieras
operan en tiempo real, incrementando la interacción humana más allá de lo que
ninguna generación anterior conoció, logrando que las personas se frustren al
compararse con lo que otros tienen, a pesar de que la situación general del
planeta ha mejorado en casi todos los indicadores.
Todas las instituciones y organizaciones tradicionales
son desafiadas y se refleja en una ola de protestas. El orden mundial enfrenta el reto de dos
tendencias: una redefinición de la legitimidad y un cambio significativo en el
balance del poder.
La primera surge del impacto de ciertas acciones, como
por ejemplo, el sistema colonialista desarrollado por las potencias europeas
durante siglos; la expansión de la religión católica desde el siglo XVII hasta
el XVIII; la revolución francesa; el comunismo y el fascismo en el siglo XX y
la intención actual de expandir el islamismo a “Estados infieles”.
Una segunda causa de la crisis del orden mundial internacional
ocurre cuando se producen cambios en las relaciones de poder. Por ejemplo: el surgimiento de Alemania como potencia
en Europa, generando dos guerras mundiales en siglo veinte; la disolución de la
Unión Soviética a finales del siglo pasado o la reaparición de China como
potencia mundial.
La interconexión tecnológica ha tomado desprevenidos a
los gobiernos. El sistema económico
internacional es global, mientras que la estructura política de los países se
mantiene bajo la definición de nación-Estado.
Esta situación desafía la gobernanza como consecuencia de la
globalización. Modificar el orden
mundial para que se adecúe a los tiempos implica una estrategia que establezca
orden dentro de varias regiones y relacionarlo a las demás. Para ejecutarla, cabe preguntarse qué es lo
que buscamos lograr y en qué no se deben involucrar las regiones.
Vivimos una época de transformación, reflejada en lo
que está ocurriendo en las calles de los países de la zona. La meta de nuestra era será la misma que la
que nuestros ancestros han tenido que solucionar: lograr un equilibrio mientras
se controla a los perros de la guerra hambrientos de tomar el poder por la
fuerza.
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