EL PAPEL DEL SECTOR PRIVADO
Hace unos años, un periodista
que prefería que las empresas sean públicas, me dijo que el Registro Civil del gobierno funcionaba con una eficiencia parecida a la del sector privado. Le pregunté que si el modelo eran las
empresas privadas, por qué existen las empresas públicas.
Sigo pensando lo mismo. Creo que las empresas privadas pueden
solucionarlo todo, pero su razón de existir es obtener ganancias. Su eficacia se fundamenta en ese motivo.
Los que laboran en empresas
públicas no son debidamente controlados para evitar la corrupción y el derroche
de los recursos públicos. Algunas no
presentan balances hace décadas. Si
pierden plata, el gobierno les da más, y después quiere recobrarla incrementándoles
impuestos a los contribuyentes. Las
sociedades privadas no tienen esa opción.
Si estamos preocupados, por
ejemplo, porque el monopolio del IESS no satisface las necesidades básicas de
nosotros, los afiliados, es hora de comenzar a pensar en la libre
competencia. Un sistema en el que el
IESS sea un competidor más entre compañías privadas que administren nuestros
ahorros para una jubilación que nos permita tener un buen poder adquisitivo en
la vejez. En Chile y Colombia, se llaman
Administradoras de Fondos de Pensiones.
Estos fondos, además de ser mayores a los que nos esperan en el esquema
actual, se reinvierten con rentabilidad para fomentar nuevos negocios en el
país, generando un círculo virtuoso. Son
miles de millones de dólares.
Los servicios de salud, que en
este momento, son deficientes, podrían ser administrados, también en el esquema
de libre competencia, por empresas de medicina prepagada.
En ambos escenarios, cada
trabajador decide la compañía en la que invertirá sus fondos o se asegurará
contra riesgos de salud, según el servicio y demás beneficios que le
ofrezca.
Esto permitiría que los
trabajadores tengamos un nivel de vida adecuado que asegure bienestar, salud y
la asistencia médica que no recibimos de una seguridad social quebrada.
Se constituirían nuevas
compañías para lograr estos objetivos, con la consiguiente creación de nuevos
empleos sustentables y mayor tributación.
Todos ganamos. Incluso el IESS,
porque ante la competencia, tendría que mejorar.
Así se respetarían los derechos
humanos de los ecuatorianos ante el fracaso de los gobiernos en resolver temas
que oscilan desde jubilaciones, asistencia médica e infraestructura para la
automatización y reentrenamiento de los trabajadores en el nuevo escenario que
nos presenta la tecnología en el campo laboral.
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