SOLUCIONES
Ya hemos visto que el exceso de impuestos y los
ingresos petroleros extraordinarios se los llevó la corrupción vía compras públicas. Los implicados están fueran del país gracias
a la cooperación de funcionarios altos y medios que aún están en el poder
actuando como cómplices para facilitar fugas y procesos judiciales con
sentencias insignificantes en relación al perjuicio causado.
Es hora de que todos los poderes del Estado comiencen
a impartir justicia dentro de su ámbito de competencia. La sociedad civil clama por la recuperación
de los fondos robados por los ex servidores públicos para incrementar las
escuálidas arcas públicas que dejó el gobierno anterior.
Esa sería una forma de demostrar que vamos camino a la
seguridad jurídica que se necesita para fomentar la inversión privada y de
probar con hechos que no toleramos que se cometan delitos contra la
administración pública.
Si el gobierno no tiene dinero como consecuencia de la
corrupción de la década ganada, es hora de ver qué se hace con los activos
improductivos públicos heredados, que además, tienen deudas que el Estado no
puede pagar. Por ejemplo: las
hidroeléctricas podrían ser vendidas, concesionadas o encontrar una figura de
alianza público privada que transfiera las obligaciones y derechos a terceros.
La solución no es mantener impuestos injustos, como el de la salida de
capitales y el anticipo de impuesto a la renta.
Su cobro debilita al comercio y por ende, el empleo.
¡Qué bueno sería escuchar que un día digan que esos
tributos se derogan! Incrementaría la
confianza y el número de transacciones comerciales, aumentando la recaudación del
IVA y de todos los demás impuestos que paga la cadena productiva.
¿Las empresas públicas generan pérdidas? La misma
receta: véndanlas, concesionen, hagan una alianza o apaguen la luz; para que
los contribuyentes no sigamos pagando pérdidas de cientos de millones de
dólares que resultan de la ineficiencia pública y corrupción. De esa manera obtendrán el flujo económico
que el Estado requiere y se aliviará la carga tributaria que frena la
prosperidad.
No solamente urge tomar medidas para eliminar el
déficit fiscal, sino que hay que aplicar exenciones tributarias que nos conviertan
en una nación competitiva y creadora de empleos. Transformémonos en una economía que fomenta
el libre comercio y el éxito de todos.
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