GUACHO


Guacho es un genio.  Sus seis ataques en Mataje han causado golpes de efecto precisos: marcar la región que considera su propiedad.

Pareciera que las autoridades quisieran hacernos pensar que la situación se restringe a Guacho y no a las inteligentes mafias que controlan el narcotráfico.  Es que ningún gobierno se ve bien cuando delincuentes demuestran que la administración pública no puede controlar una zona del territorio nacional.  Implica un Estado fallido. 

Ese ha sido el problema de Colombia hasta la actualidad.  Por eso las más altas dignidades de la nación vecina se hacen las locas en relación al secuestro de los periodistas de El Comercio.  Ciertas partes de su territorio están controladas por caciques paramilitares o guerrilleros.  Narcotraficantes en general, con los que los políticos pactan para lograr mejores votaciones en áreas rurales.  No podemos permitir que algo similar ocurra en nuestro país.

Los que vivimos la época en la que comenzó Alfaro Vive ¡Carajo! sabemos que lo que ocurre en Esmeraldas es grave.  Cuando el gobierno de Febres Cordero inició su obligación de controlar estas actividades ilícitas, eran miles los que operaban en ese grupo terrorista que cometieron delitos atroces contra ecuatorianos.  Al ser capturados, solicitaban la aplicación de los derechos humanos que la seguridad jurídica proporciona.  Sin embargo, esos delincuentes de la peor ralea, no ofrecieron lo mismo a los ciudadanos inocentes que secuestraron y desmembraron.  Incluso los que quedaron, que en algunos casos han sido asambleístas, embajadores y dirigentes de medios de comunicación públicos, siguen reivindicando derechos que ellos violaron para crear la anarquía necesaria para intentar tomar el poder. 

Aplaudo la decisión del presidente de la República de formar un consejo de seguridad para combatir el descontrol de Esmeraldas.  El Ministro del Interior no pudo garantizar, en una entrevista con Fernando Rincón en CNN, la seguridad de cualquier periodista que acuda a esa provincia.  Se lo notó derrotado.  Debe dar un paso al costado.  Requerimos especialistas que puedan controlar la situación.  Mano dura para erradicar a estos criminales de nuestro territorio.  No significan nada bueno para nadie, excepto para su mafia.

En el año 2009 la revista Vanguardia fue perseguida por el anterior presidente, cuando ese medio señaló que existían siete zonas del Ecuador consideradas calientes.  Mataje entre ellas.  La revista terminó cerrando sus puertas. 

A renglón seguido se legisló para implementar la tabla de consumo mínimo, expulsar la base americana en Manta que controlaba a estos maleantes y evitar cualquier control de la fuerza pública sobre las rutas del narcotráfico.  Todo esto se sumó a una Ley de Comunicación represiva ante las denuncias sociales y una falta de independencia de poderes que se promovió desde el oficialismo.

No olvido cómo el presidente de aquella época y su ministro favorito lloraron como Magdalenas por la muerte del criminal Reyes en un bombardeo.  Un personaje que simbolizaba la  definición del mal.  Narcotraficante.

No es coincidencia que después de haber finalizado su mandato, los ex aportantes económicos a la narco dictadura que vivimos hayan decidido mostrar sus garras.  Es inadmisible.  Debemos reaccionar con fuerza para recuperar la seguridad de la nación.  


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