EL DILEMA
“¿Está usted de
acuerdo con enmendar la Constitución de la República del Ecuador para
reestructurar el Consejo de Participación Ciudadana y Control Social (CPCCS),
así como dar por terminado el período constitucional de sus actuales miembros,
y que el Consejo que asuma transitoriamente sus funciones tenga la
potestad de evaluar el desempeño de las autoridades cuya designación le
corresponde, pudiendo, de ser el caso, anticipar la terminación de sus períodos,
de acuerdo al anexo 3?” reza la pregunta tres del referéndum en el que
votaremos el próximo cuatro de febrero.
Al responder “sí”, permitirá la
destitución de los miembros del actual CPCCS y que la función ejecutiva tenga
injerencia directa en la integración del Consejo de Participación Ciudadana, porque
los siete consejeros que lo integran serán elegidos por la Asamblea Nacional de
entre ternas enviadas por el Ejecutivo.
Entre los deberes y atribuciones
del CPCCS están los de designar a la primera autoridad de la Procuraduría
General del Estado y de las superintendencias de entre las ternas propuestas
por el Presidente de la República.
Designar la primera autoridad de la Defensoría del Pueblo, Defensoría
Pública, Fiscalía General del Estado y Contraloría General del Estado. Designar a los miembros del Consejo Nacional
Electoral, Tribunal Contencioso Electoral y Consejo de la Judicatura. Es decir, no es pelo de rana. Todos los entes de control serían dominados
nuevamente por el poder ejecutivo. Ya no
por los verde flex, sino por los verde moreno.
El CPCCS transitorio evaluará el
desempeño de las autoridades designadas por el Consejo de Participación
Ciudadana y Control Social cesado, en el plazo de seis meses, pudiendo declarar
la terminación anticipada de sus periodos, procediendo inmediatamente a la
convocatoria de los respectivos procesos de selección.
Actualmente, los consejeros del
CPCCS son supuestamente postulados por organizaciones sociales y la
ciudadanía. Los candidatos propuestos
son seleccionados en procesos de oposición y méritos organizados por el Consejo
Nacional Electoral.
El Consejo elegido, según el
referéndum, será transitorio y pareciera que ejercerán sus funciones hasta las
elecciones de febrero del 2019, momento en el que se deberá elegir a un nuevo
Consejo, vía sufragio universal directo y secreto. Sin embargo, eso no podrá ocurrir, porque ese
postulado implica una reforma electoral.
Me explico: existe un candado en
la Constitución y en el Código de la Democracia, que prohíbe hacer reformas en
materia electoral que entren vigencia durante el año anterior a la fecha de
elección que se va a normar y este es
justamente el caso. Por lo tanto, la
elección de los consejeros del nuevo CPCCS no podría hacerse en febrero del
2019, sino en la siguiente elección popular que coincida con la elección de
autoridades de gobiernos autónomos descentralizados. Eso ocurrirá en el año 2023, por lo que el
CPCCS Transitorio estará en funciones hasta ese año, no hasta el 2019, como el
electorado presume.
De allí la importancia de que el
Presidente de la República conforme ternas con nombres que sugieran los
gremios, la academia y los medios de comunicación. El Presidente se comprometió a aquello
durante la entrevista del 21 de enero con Estéfani Espín, Janet Hinostroza y
Eduardo Khalifé.
Sin embargo, el primer mandatario
ya nos ofreció pistas sobre el futuro, al declarar que las elecciones
presidenciales las ganó el movimiento Alianza País. Y la Canciller demostró, en el caso Assange,
que la forma de actuar es parecida a la del gobierno anterior. En ese orden de cosas, esta pregunta del referéndum
podría ser una repetición del fingido ejercicio del dialogo público-privado del
Consejo Consultivo Productivo.
El Presidente necesita esta
pregunta del referéndum para juzgar la corrupción del ala correísta, desde
donde emana un tufo de graves indicios de cometimiento de delitos contra la
administración pública, que no están siendo sancionados e impiden la
gobernabilidad.
Por otro lado, si actuamos en
base a principios, la pregunta tres del referéndum debió haber sido sobre la
eliminación de la Función de Transparencia y Control Social, que es un invento heredado
del socialismo del siglo XXI venezolano para que el Ejecutivo controle todo y
no existan contrapesos.
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