LA FERIA DEL COMERCIO
La Cámara de Comercio de
Guayaquil organizó la primera edición de la Feria del Comercio. Se realizó desde el 21 hasta 23 de octubre, durante
las celebraciones de la independencia de la ciudad. La idea era generar oportunidades para que
los expositores tengan un canal para conectarse con los compradores y ampliar
su red de contactos.
Fue en el Palacio de Cristal. Una obra diseñada en 1907 por representantes
de la constructora de la torre Eiffel y cuya estructura cobijó durante noventa
años al mercado sur de la ciudad. Visita
obligada para los turistas que paseaban por el Malecón 2000 y que durante los
días de la feria pudieron disfrutar la oferta multisectorial de más de cien
expositores de todo el país, representando a la micro, pequeña y mediana
empresa.
Se ofrecieron
electrodomésticos, vehículos, casas, seguros, servicios memoriales, alimentos,
bebidas, masajes, gimnasios, viajes, artesanías, escuelas de box, servicios
bancarios y un gran etcétera. Un paseo
familiar de fin de semana matizado por nuestro icónico río Guayas y la iglesia
de San José, que data desde 1905 y es patrimonio estatutario de Guayaquil.
La cantidad de emprendimientos
fue impresionante. Las personas no se
dejan doblegar por la situación económica y salen a pelearla. En cierta forma luchan contra el
gobierno. Resisten a la imposición de
restricciones comerciales e incrementos tributarios que han intentado someter
al comercio y al empleo, mientras encarecen los precios. No podemos ceder ante un Estado
intervencionista que ataca nuestras libertades individuales para poder gastar
más en desconexión con sus mandantes.
Mientras mi hija rebotaba en
el salta salta, se me acercó un venezolano para agradecernos por la
organización del evento. Le pregunté qué
hacía en la feria y me contó que estaba “probando suerte”. Que el socialismo del siglo XXI había tornado
las cosas muy difíciles en Venezuela.
Que cincuenta dólares representan dos salarios básicos de su país y que
los iba a enviar para asegurarle comida a su padre durante dos semanas. Que le había provocado llorar cuando ingresó
por primera vez a uno de nuestros supermercados y ver las perchas llenas de
productos, como hace cuatro años en su tierra.
Que en Venezuela existe racionamiento de comida y a él le permitían
comprar alimentos solamente los lunes, según su número de cédula; pero si ese
día, el supermercado estaba desabastecido, tenía que salir a comprar alimentos
al mercado negro. Allí adquiría una
libra de arroz, que cuesta cuarenta centavos, en cinco dólares. Cortesía de los militares, que se encargan de
eso, por delegación del presidente Maduro.
Ese es el socialismo del siglo XXI implementado al cien por ciento, en
perjuicio de los ciudadanos y en beneficio de los funcionarios públicos
privilegiados. ¡Qué duro escuchar esto, pero qué satisfacción el que podamos
ayudar a alguien a través de la feria!
La Feria del Comercio no es
una continuación de la feria de Durán.
Es un nuevo evento que la Cámara de Comercio de Guayaquil quiere
convertir en tradición. En esta, su
primera edición, recibió más de quince mil visitantes y se originaron miles de transacciones
comerciales.
El comercio es el gran
pacificador. Veamos el ejemplo que Ecuador
ofrece con Perú. Tras décadas de tensión
bélica, somos socios estratégicos. Y
podríamos aprovechar mejor esa alianza si nuestro gobierno se convirtiera en un
facilitador para el comercio. Muchas de
nuestras empresas han crecido y se han ampliado hacia el Perú. Lo contrario ha sucedido en menor escala,
porque no ofrecemos seguridad jurídica, ni competimos por los capitales. Solamente le ganamos al gran perdedor de la
región: Venezuela.
Aplaudo a todas las personas
que salen a luchar diariamente por el bienestar de sus familias mediante el
comercio. Porque trabajamos para
nuestros hijos. No para mantener el
gasto improductivo del gobierno. Que lo comprendan los socialistas del siglo
XXI.
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