IMPUESTOS, COMPETENCIA Y SEGURIDAD
La disposición general décimo
cuarta del Código Orgánico Monetario y Financiero hizo entrar en vigencia el
cobro del impuesto del 0.5 % a las operaciones de crédito con el fin de
financiar a SOLCA. Las operaciones que
recaudarán este impuesto serán créditos diferidos con tarjeta de crédito; de
financiamiento; compra de cartera y descuentos de letras de cambio y
operaciones de reporto con las entidades del sector financiero privado
controladas por la Superintendencia de Bancos.
También aplicará al financiamiento efectuado a los créditos vencidos que
sean renovados, refinanciados o reestructurados.
Un impuesto a las
operaciones de crédito encarece el financiamiento para los emprendedores y
afecta a las familias que usan el crédito diferido como forma para financiar
sus compras. Lo que se debería ofrecer
son incentivos al sector privado para que contribuya con fondos en favor de las
instituciones de derecho privado que realizan actividades tan loables como SOLCA. Lo mismo debería suceder si una empresa dona
fondos para la investigación del cáncer, por ejemplo. La creación de un impuesto es un fracaso de
la creatividad. En este caso, el
gobierno ha trasladado al sector privado el compromiso que adquirió de
respaldar económicamente a SOLCA, retomando un impuesto derogado y generando
inestabilidad tributaria.
SOLCA nace en 1953 como
una respuesta a la ineficiencia del Estado para atender la salud de los
ecuatorianos. Más
tarde, en la consulta popular del año 1995, se cimentó el monopolio del
IESS. La medicina ecuatoriana podría
funcionar mejor si adoptáramos el modelo chileno de afiliación obligatoria a
empresas de medicina prepagada. Eso permitiría
a cada empleado seleccionar la compañía que considere mejor para sus intereses. Lo mismo con las administradoras de fondos de
pensiones. Una forma más rentable y
segura que ahorrar en el IESS para la jubilación. Esa es la ventaja de la competencia: obliga a
innovar para cuidar a los clientes. Los
ecuatorianos ya probamos los beneficios de que el IESS derive a sus pacientes a
hospitales privados. Muchos enfermos se
benefician de aquello y el sector privado también. Si el IESS fuera buen pagador, habría un
crecimiento de centros hospitalarios con atención de buena calidad, generando
más impuestos y oferta. Son cambios que
nos permitirían lograr el mismo buen vivir que disfrutan los trabajadores de
Francia, Chile, Reino Unido y Canadá.
Comentarios
Publicar un comentario