EL DERECHO AL RECLAMO
Es acertada la frase de
Thomas Jefferson afirmando que “La única seguridad para todos es una prensa libre”;
a menos que nos opongamos al derecho humano de opinar. Según la Convención de Viena, la función
principal de una misión diplomática es representar al Estado acreditante ante
el Estado receptor. Si Estados Unidos ha
solicitado proteger la vida de Janet Hinostroza, Martín Pallares y Miguel
Rivadeneira, tres periodistas cuyo pecado fue informar, el embajador Namm está
cumpliendo el encargo de representar a su país.
La molestia del gobierno, prueba que la libertad de expresión es parcial. Pareciera que al gobierno le incomoda que
ciertas personas consideradas trascendentes manifiesten lo contrario a lo que
difunde la propaganda oficial y la ingente cantidad de medios de comunicación
bajo su control.
Es una pena que el derecho a
disentir sea mal visto, porque representa una fuente de información vital para
el presidente. El círculo de
funcionarios que lo rodea solamente le entrega los datos que a ellos les
conviene. No estamos a favor del
libertinaje mediático del pasado, pero la pluralidad de opiniones ciertas a
través de medios de comunicación con diferentes líneas editoriales le
permitiría conocer las cosas que están funcionando mal y con su evidente
capacidad de trabajo, podría corregirlas.
Sería un presidente superior.
Porque no podemos negar que hemos mejorado en muchos sentidos. No se han producido los infortunios
pronosticados como consecuencia de las políticas adoptadas en su mandato. Que una persona exponga lo que le parece
incorrecto, no significa oposición.
La justicia ordinaria
parcializada, el veto al reclamo ciudadano, la defensa de causas perdidas y de
personas que obraron mal empañan la gestión del gobierno. Enmendar estos errores no debilitaría su
posición política. La fortalecería. Podría convertirse en estadista a nivel
regional. Tiene la casta. Es ridículo atacar la memoria de Thomas
Jefferson, un personaje reconocido por las democracias mundiales. No es revolucionario justificar actos
equivocados del gobierno, comparándolos con los desaciertos de administraciones
pasadas o los que se cometen otros países. Lo oportuno es rectificarlos.
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