RECETA PARA LA RIQUEZA

Las alzas salariales de los últimos cuatro años han impactado la economía doméstica y los costos de los diferentes sectores de la producción.  Desde el 2009, los aumentos del sueldo básico unificado han sido del orden del 10 %.  A esto hay que sumar la equiparación de los salarios de ciertos grupos de trabajadores (empleadas domésticas, artesanos, entre otros).  La imposición de un sueldo o salario básico fijado por el Estado proudce desempleo, especialmente entre los trabajadores más pobres y menos capacitados. Que el artículo 328 de la Constitución declare líricamente que "La remuneración será justa, con un salario digno que cubra al menos las necesidades básicas de la persona trabajadora, así como la de su familia" no garantiza empleo.  La aplicación de estas leyes irreales evita que las personas consigan un trabajo en el que la remuneración sea pactada libremente entre los contratantes según las necesidades individuales. 

¿Cuál es la mejor forma en la que el gobierno pueda ayudar a los pobres?: saliendo del camino.  Dejando que fluya la energía productiva de todos los grupos de la población.  El resultado sería un incremento del bienestar y el estándar de vida de todos.  Particularmente de los pobres.  El gobierno podría apoyar aboliendo o reduciendo dramáticamente la carga tributaria que limita la producción, ahorro, inversión y desarrollo tecnológico.  Esto generaría la creación de nuevos puestos de trabajo y mejores remuneraciones.  El Dr. F.A. Harper escribió que la inversión productiva es la mejor caridad.  No el tratar de distribuir la riqueza existente, como sucedió en Cuba. 

Al disminuir los impuestos, el gasto público improductivo tendría que terminar.  Esos recursos estarían disponibles para producir bienes y servicios que requieren la masa de consumidores.  Su flujo  sería mayor y con mejores precios.  No sufriríamos las restricciones a las importaciones, monopolios estatales y las lesiones a la producción que suscitan los subsidios estatales, los contratos públicos y las políticas gubernamentales que tratan de ocultar una administración negligente del tesoro público.  El respeto a la libertad individual es lo que nos hará ricos.  No existe justificación para que los hombres del gobierno nos ordenen lo que se puede o no se puede hacer.  Su única función debería ser defender la propiedad privada y los derechos humanos de las personas.  Para eso no se requiere un Estado gigantesco como el que ostentamos.

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