¿ELECCIONES LIBRES?
El artículo 19 de la Declaración Universal de Derechos Humanos establece que “Todo individuo tiene derecho a la libertad de opinión y expresión; este derecho incluye el de no ser molestado a causa de sus opiniones, el de investigar y recibir informaciones y opiniones, y el de difundirlas, sin limitación de fronteras, por cualquier medio de expresión.” Este principio podría ser transgredido el 4 de febrero si la Asamblea se allana al texto alternativo propuesto por el presidente Correa en su objeción parcial al proyecto de reforma de la Ley Orgánica Electoral y de Organizaciones Políticas de la República del Ecuador, también denominada Código de la Democracia. Correa propone “la inclusión de prohibiciones a la difusión de propaganda electoral y a la cobertura periodística durante ese proceso” y que “los medios de comunicación social se abstendrán de hacer promoción directa o indirecta, ya sea a través de reportajes, especiales o cualquier otra forma de mensaje, que tienda a incidir a favor o en contra de determinados candidatos, postulado, opciones, preferencias electorales o tesis política”. Este veto implica dos mordazas. La primera, dirigida a cualquier persona que mediante publicidad desee expresar su apoyo o desdén por un candidato. Y la segunda, prohibir a los medios expresar la opinión a la que todo ser humano tiene derecho.
El numeral 6 del artículo 66 de la Constitución de Montecristi también reconoce “El derecho a opinar y expresar su pensamiento libre y en todas sus formas y manifestaciones.” La censura que se pretende imponer, no solamente infringe derechos humanos, convenios internacionales y la Constitución ecuatoriana, sino que muestra el terror oficialista de participar en una lid electoral justa. La aprobación del texto alternativo propuesto por Correa significa que votaremos sin que podamos recibir información, ni conocer a los postulantes. Serán comicios en los que los candidatos no podrán comunicar su opinión usando los medios. Si estas reglas hubieran estado vigentes cinco años atrás, habría sido imposible que el desconocido candidato Correa llegue al poder. Veamos si los asambleistas cumplen su misión de salvaguardar la democracia ratificando el proyecto inicialmente aprobado. Un proyecto de reforma que también tiene sus bemoles, pero que no llegaba al punto al que lo ha llevado el presidente.
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